Reportaje:

En busca de otro gran paso

El científico Stephen Hawking experimenta la ingravidez para fomentar el interés por el espacio

Sólo puede hacer muecas mínimas con los músculos en torno a los ojos, puede levantar las cejas y torcer la boca. Con las cejas dice "sí" y con la boca dice "no". Habla por medio de un sintetizador computarizado que detecta movimientos en su mejilla por medio de un sensor. Está preso en una silla de ruedas desde hace casi cuatro décadas fruto de una enfermedad degenerativa, el mal de Lou Gehrig, o lo que es lo mismo, esclerosis lateral amiotrópica. Para el célebre astrofísico británico Stephen Hawking, de 65 años, la vida en el planeta Tierra está seriamente amenazada, puede ocurrir un desastre...

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Sólo puede hacer muecas mínimas con los músculos en torno a los ojos, puede levantar las cejas y torcer la boca. Con las cejas dice "sí" y con la boca dice "no". Habla por medio de un sintetizador computarizado que detecta movimientos en su mejilla por medio de un sensor. Está preso en una silla de ruedas desde hace casi cuatro décadas fruto de una enfermedad degenerativa, el mal de Lou Gehrig, o lo que es lo mismo, esclerosis lateral amiotrópica. Para el célebre astrofísico británico Stephen Hawking, de 65 años, la vida en el planeta Tierra está seriamente amenazada, puede ocurrir un desastre de proporciones bíblicas como una guerra nuclear, un virus manipulado que borre todo rastro humano, o que el calentamiento global se dispare y ponga fin al día a día que hoy conocemos.

Así que ha decidido dar un pequeño pero simbólico paso y apostar por el espacio. El pasado jueves partía del Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral (Florida), a bordo de un vuelo para simular la ingravidez total. "Creo que la raza humana no tiene futuro si no explora el espacio. Por lo que he decidido fomentar el interés del público en el espacio", dijo Hawking a través de un comunicado antes de embarcar.

Y a flotar. A sentir lo que se siente cuando se cae 48 metros por segundo durante medio minuto. El nombre otorgado por la NASA a la experiencia lo dice todo: Vomit comets, el cometa del vómito, y es el método que utilizan los astronautas para acostumbrarse a lo que será su vida en el espacio. Hawking, asistido por un médico y dos enfermeras, despegó el pasado jueves. Y el aparato subió hasta alcanzar los 32.000 pies. Y entonces viró y enfiló la Tierra en un ángulo de unos 50 grados, descendiendo en 30 segundos desde casi 9.800 metros hasta poco más de 7.300. Y se hizo el vacío. La ingravidez total. Alguien dejó flotar una manzana en alusión a Isaac Newton, cuya silla ocupa Hawking en Cambridge.

Tras toda una vida teorizando sobre la gravedad, el profesor de Matemáticas en la Universidad de Cambridge conocido por sus investigaciones sobre agujeros negros y los orígenes del universo por fin la experimentaba. O su falta. Quienes le acompañaron creyeron que el científico no podría completar más de tres vueltas, pero llegó a hacer ocho. Tras la primera, los miembros de la tripulación de Zero Gravity, la empresa que desde hace una semana ofrece en Las Vegas estos mismos vuelos por algo más de 3.500 dólares, preguntaron a Hawking si quería repetir. No paró de levantar las cejas.

Stephen Hawking es ayudado por otros compañeros durante su vuelo experimental.ASSOCIATED PRESS

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