Cartas al director

Puntualizaciones a Fernando Savater

El pasado martes, 23, mi amigo Fernando Savater publica en esta sección de EL PAÍS una carta en que, comentando los artículos de Sotelo y Fernández Buey sobre la pregunta ¿Por qué los intelectuales de izquierda se hacen de derechas?, se refiere al caso de los que, en un sentido inverso al de la pregunta, partiendo de posiciones de derecha han desembocado en la izquierda. Y cita como ejemplos a Aranguren, a quien ya se refería Sotelo, añadiendo el nombre de Sacristán y el mío.

Por mi parte, querría precisar que, si bien en mis convicciones y posiciones políticas he recorrido una i...

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El pasado martes, 23, mi amigo Fernando Savater publica en esta sección de EL PAÍS una carta en que, comentando los artículos de Sotelo y Fernández Buey sobre la pregunta ¿Por qué los intelectuales de izquierda se hacen de derechas?, se refiere al caso de los que, en un sentido inverso al de la pregunta, partiendo de posiciones de derecha han desembocado en la izquierda. Y cita como ejemplos a Aranguren, a quien ya se refería Sotelo, añadiendo el nombre de Sacristán y el mío.

Por mi parte, querría precisar que, si bien en mis convicciones y posiciones políticas he recorrido una intensa evolución desde los años de juventud a los posteriores, no considero que se puedan describir aquellos mis primeros años juveniles en términos de "derecha, muy derecha". Pues, si bien colaboré en revistas del SEU y desarrollé actividades dentro de este sindicato creado por la Falange -y de adscripción obligatoria para los estudiantes de aquella época-, ello se realizó bajo la sugestión de la pretendida "revolución nacional-sindicalista" y en oposición al régimen franquista.

No es de extrañar, entonces, que, posteriormente, librado de aquellos espejismos juveniles, encontrara en el ideal comunista de la sociedad sin clases, la sociedad de productores asociados, en términos de Marx, la autenticidad del ideal revolucionario. Y en esta trayectoria me acompañaron destacados miembros de mi generación, entre los que, con diversos matices, podría mencionar a José María Valverde o a Miguel Sánchez Mazas.

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El caso de Aranguren, tanto por pertenecer a una generación anterior, la de la guerra, como por el carácter de su itinerario es muy distinto. Comprendo que entender la España de los años cuarenta y cincuenta no es fácil para quienes no vivieron aquella época.

Pero, aunque Fernando Savater me conoce desde hace muchos años, desde que lo incorporé al Departamento de Filosofía que creé en la Universidad Autónoma, le recomendaría que leyera mi reciente libro Memorias sobre medio siglo, así como mi novela Bajo constelaciones burlonas y entre los trabajos que hay sobre aquellos tiempos, el último libro de Jordi Gracia Cultura y Estado.

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