Reportaje:

Cuando el Ferrari rojo es lo más normal

500 coches con estrafalarios accesorios de todos los colores y formas en la feria del 'tunning'

El coche es gris metálico. A primera vista, salvo unas llamativas llantas y alguna pegatina, no se diferenciaría del utilitario típico. Pero en el maletero está la diferencia. Una vez abierto, aparece un mundo de ilusión y fantasía. No es ironía. Un castillo en miniatura, con varios dragones colgando, soldados defendiendo las almenas y piedrecitas haciendo las veces de foso ocupan el sitio de las maletas.

Pepe, un niño sevillano de ocho años, mira con la boca abierta mientras hace fotos sin parar. "¿Y esto para qué sirve?", pregunta a sus padres. "Esto es así, cuanto más inútil, mejor. ...

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El coche es gris metálico. A primera vista, salvo unas llamativas llantas y alguna pegatina, no se diferenciaría del utilitario típico. Pero en el maletero está la diferencia. Una vez abierto, aparece un mundo de ilusión y fantasía. No es ironía. Un castillo en miniatura, con varios dragones colgando, soldados defendiendo las almenas y piedrecitas haciendo las veces de foso ocupan el sitio de las maletas.

Pepe, un niño sevillano de ocho años, mira con la boca abierta mientras hace fotos sin parar. "¿Y esto para qué sirve?", pregunta a sus padres. "Esto es así, cuanto más inútil, mejor. Si no caben las maletas, mucho mejor". La respuesta la da, entre risas y medio en broma, Jesús Pozo, director de la tercera edición del Madrid Tuning Show, que desde ayer y hasta mañana domingo tiene lugar en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo. "En realidad, todos llevamos un tunero dentro, queremos personalizar nuestro coche, hacerlo diferente", explica Pozo, que asegura no tener su coche tuneado.

Entre los más de 500 coches que se exhiben o pasarán por la muestra hay accesorios para todos los gustos (gusto tunero, se entiende). Se pueden ver faros, llantas, pegatinas, colgantes, tapizados y volantes de todos los colores y formas. "En un día podemos vender más de 1.000 pegatinas", dice Alberto Díaz detrás de un mostrador. "Suelen llevar nombres o marcas, pero también hay alguno que se lanza y pone cómeme to lo negro, por ejemplo", dice entre carcajadas.

En un deportivo rojo, los asientos de atrás han dejado lugar al subwoofer más grande del mundo. Mide 56 - 52 centímetros, pesa 167 kilos y su precio está en torno a los 9.000 euros. Pero, ¿compensa eliminar el asiento de atrás? "Hombre, es que no hay otra manera", dice Eduardo Cano, miembro de la empresa que instaló el accesorio. Cuando el altavoz empieza a sonar, el coche tiembla, y lo hace de verdad. Para que se hagan una idea, su potencia es similar a la de la música de un pub de tamaño medio "Es un coche más para los días de fiesta, no para ir a trabajar", comenta Cano, que asegura que las empresas constructoras cada vez tienden más a ofrecer coches ya tuneados.

A medida que avanza la tarde, el pabellón se va llenando de gente con cámaras. El año pasado, más de 90.000 personas se acercaron a la muestra. Para esta edición, los organizadores esperan superar los 100.000 visitantes. Manuel Díaz es el presidente de la Federación Española de Tuning y, pese al éxito de público, pide un poco de cordura para el sector: "Hay que hacer las cosas elegantes, finas, con calidad... Tuning significa mejorar, y hoy en día parece que sólo se busca hacer cosas muy aparatosas". La federación tiene cerca de 3.500 socios y lucha porque España se ponga al nivel de las potencias del tuning. "En Alemania", explica Manuel, "pasaron una época de buscar lo más feo, lo más llamativo y lo más extravagante, pero ahora ya han vuelto a buscar lo fino".

Fino, lo que es fino, no es el coche que muestra orgulloso Alberto Martínez. "Tiene un alerón de 1,40 de largo y 20 centímetros de ancho, kit de carrocería americano, amortiguación de competición, audio modalidad de calidad...", y así una larga lista de extras. En el asiento de atrás hay una bombona morada de la que sale un cable. ¿Para qué sirve? Alberto se sorprende por la pregunta y contesta con sencillez: "Es óxido nitroso, para darle más potencia al motor".

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Parece un mito, pero es verdad, mujeres y coches potentes siguen rimando. Suena a toda mecha Highway to hell, de AC/DC, y el ambiente va calentándose. A ello contribuye la aparición de unas chicas con pantalones cortos y generosos escotes que se dedican a poner morritos y limpiar los coches al más puro estilo americano. Eso sí, con el toque patrio del papel higiénico para sacar brillo. Algunos de los visitantes sacan fotos a los coches y, cuando creen que nadie les ve, cambian el objetivo.

"Las chicas no están muy interesadas por el tuning", explica Maribel Domínguez, que trabaja en una empresa de venta de llantas y neumáticos en la que todas las comerciales son chicas. "Es un mundo muy machista, cuando nos ven, tenemos que demostrar que sabemos del tema tanto como ellos", dice con resignación. "Pero es normal, de cada mil personas que nos llaman, sólo una es chica, y suele empezar diciendo que es para su novio o su marido".

Entre tanto accesorio, tanta puerta que se abre desafiando a la ley de la gravedad y tanto color llamativo, la sección central de la muestra, con una variedad de deportivos y coches de primera línea formando un círculo, apenas llama la atención a la gran mayoría. Juan Peón, de 57 años, hace una foto a un Ferrari rojo. "Entre tanta extravagancia parece un coche normalito", dice.

Uno de los coches que se muestran en la feria del tunning en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo.BERNARDO PÉREZ

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