El buque holandés 'Ostedijk' abandona el litoral gallego con rumbo a Bilbao

Capitanía Marítima autoriza la partida tras certificar que está en condiciones de navegar

El 'Ostedijk' abandonó ayer por la tarde aguas gallegas. Casi 11 días después de que el carguero, de propiedad holandesa y bandera de Antigua, interrumpiera frente a la costa de A Coruña su navegación por culpa de la invasión de gases irritantes procedentes de una de las bodegas donde se almacena parte de 6.012 toneladas de fertilizantes, el barco zarpó de la zona de abrigo rumbo a Bilbao. El buque estaba fondeado al noroeste de la entrada de la ría de Viveiro (Lugo), donde fue llevado por las autoridades marítimas para sofocar la descomposición de los fertilizantes.

El incidente, que o...

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El 'Ostedijk' abandonó ayer por la tarde aguas gallegas. Casi 11 días después de que el carguero, de propiedad holandesa y bandera de Antigua, interrumpiera frente a la costa de A Coruña su navegación por culpa de la invasión de gases irritantes procedentes de una de las bodegas donde se almacena parte de 6.012 toneladas de fertilizantes, el barco zarpó de la zona de abrigo rumbo a Bilbao. El buque estaba fondeado al noroeste de la entrada de la ría de Viveiro (Lugo), donde fue llevado por las autoridades marítimas para sofocar la descomposición de los fertilizantes.

El incidente, que obligó a Fomento y la Xunta a montar un gabinete de crisis y un complejo dispositivo de salvamento, quedó resuelto. Bilbao será el siguiente punto de destino del barco y su mercancía, un fertilizante de uso muy común y conocido bajo el nombre de Nitramón, donde se quiere negociar la venta de la carga.

Sólo parte de la carga del Ostedijk está totalmente degradada, dado que la otra bodega estuvo a salvo del proceso de descomposición provocado por una tubería mal aislada que, al calentarse y entrar en contacto con el fertilizante almacenado, provocó emanaciones de gases no tóxicos, aunque sí fuertemente irritantes para vías respiratorias y ojos.

La casa armadora, Navigia Shipmanagement, presentó a primera hora de ayer ante Capitanía Marítima de A Coruña el último de los tres certificados emitidos por consultorías independientes que le exigía el Gobierno estatal para autorizarle a marcharse del litoral gallego. Esos tres documentos, además de una inspección que realizaron a bordo funcionarios marítimos de Burela, garantizan que el barco está en condiciones de navegar, su estabilidad es correcta y que el proceso de descomposición de los fertilizantes, que convirtió la bodega afectada en un horno con temperaturas de hasta 300 grados, está "totalmente neutralizado".

El carguero, con 16 tripulantes a bordo, entre ellos personal especializado en incendios, ni siquiera necesitó ayuda del remolcador de la empresa de rescate contratada por el armador para levantar anclas y emprender ruta en dirección al este. Botado hace tan sólo un año, el Ostedijk no sufrió daños en su estructura, según Capitanía Marítima y la sociedad clasificadora internacion que certificó su estado.

Factura de Fomento

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El Ministerio de Fomento pasará factura al armador por el complejo dispositivo técnico y de medios que desplegó para rescatar al carguero y solucionar el proceso de descomposición de los fertilizantes. Equipos de Salvamento Marítimo, de la Xunta y bomberos de A Coruña trabajaron durante dos días en las labores para neutralizar la carga, una tarea que decidió emprender Fomento ante la tardanza del armador en reunir los medios y equipos. Quienes también quieren pasar factura por la emergencia del Ostedijk son diez embarcaciones de bajura y dos de cerco de la Mariña lucense, informa Arcadio Silvosa. Los patrones de estos barcos solicitarán indemnizaciones a la Administración por las pérdidas sufridas por no poder faenar en la zona en la que estuvo fondeado el carguero holandés fondeado durante una semana.

"Durante algunos días", aseguró el patrón mayor de la Cofradía de pescadores de Celeiro, Domingo Rei, los pescadores salieron del puerto, pero llegaban a la zona del Ostedijk, que es la que habitualmente frecuentan, y no les dejaban largar los aparejos". Rei se quejó de que nadie les avisó de la incidencia ni se les informó de la existencia de un perímetro de seguridad. "No nos enviaron ninguna notificación pese a que esos, en la costa lucense, se vivieron días difíciles y de inquietud".

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