Reportaje:Fútbol | Tormenta en el Camp Nou

Eto'o revienta y dispara

Dos días después de negarse a jugar ante el Racing, el delantero del Barça llama a Rijkaard "mala persona", dice estar molesto con Ronaldinho y asegura que es una víctima de la guerra entre Laporta y el ex vicepresidente Sandro Rosell

A las puertas de la sede de Caixa Penedés, en Vilafranca, un grupo de niños ataviados con ropas que les identificaban como jugadores del CF Hristo Stoichkov esperaba ayer al mediodía la llegada de Samuel Eto'o a la firma de ejemplares del libro Camerún. Programada desde hace meses, Eto'o se negó a suspender la visita.

Pasada la una del mediodía, apareció en escena el delantero acompañado por Josep María Mesalles, su abogado. Pese a que el Barcelona había alertado de que Eto'o no hablaría, más de veinte medios le esperaban. Y, al verlos, Eto'o decidió hablar.

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A las puertas de la sede de Caixa Penedés, en Vilafranca, un grupo de niños ataviados con ropas que les identificaban como jugadores del CF Hristo Stoichkov esperaba ayer al mediodía la llegada de Samuel Eto'o a la firma de ejemplares del libro Camerún. Programada desde hace meses, Eto'o se negó a suspender la visita.

Pasada la una del mediodía, apareció en escena el delantero acompañado por Josep María Mesalles, su abogado. Pese a que el Barcelona había alertado de que Eto'o no hablaría, más de veinte medios le esperaban. Y, al verlos, Eto'o decidió hablar.

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De nada sirvieron los consejos de su hermano, como así llama a Alejandro Echevarría, el cuñado del presidente, con quien Eto'o había pasado la mañana en el vestuario del Barça mientras se sometía a sesión de masaje. Echevarría, como Mesalles, como el resto de su entorno, creía tener controlado al futbolista. Sabedores de su enfado y conscientes de su capacidad para decir lo que piensa sin prever las consecuencias, trataron de hacerle comprender que la postura inteligente, tras lo ocurrido el pasado domingo en el Camp Nou, cuando se negó a jugar los últimos minutos de partido ante el Racing, era mantenerse callado hasta reunirse con Rijkaard.

"José, quiero hablar", le dijo a su abogado. "Dos preguntas y cuidado con lo que dices", le respondió su asesor. Eto'o no habló, escupió su enfado acumulado hace meses y por medio se llevó a Rijkaard, a Sandro Rosell y a Ronaldinho. El diálogo con la prensa empezó así.

Pregunta. ¿Qué tal?

Respuesta. Muy bien.

P. Quizá lo mejor es que explique su versión sobre lo que...

R. No tengo nada que decir. El señor Rijkaard dijo lo que dijo y es el que tiene que hablar con ustedes.

P. ¿Está enfadado?

R. Para nada.

P. ¿Por qué no quiso entrar a jugar el domingo?

R. No doy explicaciones a nadie. Si el club las pide se las doy, pero a nadie más.

P. ¿Le preocupa el revuelo que se ha montado?

R. Los que están hablando son los que están preocupados. En el Barcelona hay dos grupos. Uno, el del presidente; otro, de otra persona

[se supone que alude a Sandro Rosell, ex vicepresidente deportivo del Barça]. Los que están preocupados que sepan que he vuelto. Volveré y lo que duele son mis goles. Volveré a marcar goles [repite esta frase tres veces], y si un compañero sale y dice pensar en el grupo el que debe pensar es él [alusión a Ronaldinho]. Yo siempre, siempre, siempre pienso en el grupo. Es lo único que me ha molestado. He visto todo lo que habéis dicho pero volveré a marcar goles.

Sostienen sus amigos que las manifestaciones de ayer en Vilafranca son sólo la consecuencia de haberse pasado demasiadas horas ante el televisor la tarde del lunes: "Vio las tertulias y escuchó cosas que le indignaron, desde lo que él considera como un frente mediatico contra Laporta", le justificaron ayer por la tarde personas de su entorno. "No teníamos que haber dejado que leyera la prensa", aseguró otro de sus amigos.

El caso es que la escena en Vilafranca continuó más o menos así:

"Vale, ya está", anunció Mesalles, el abogado del jugador. Eto'o hizo ademán de retirarse y los niños del CF Hristo Stoichkov se le acercaron a pedirle una foto, con resquemor. Entonces, Samuel Eto'o miró a los periodistas, levantó el dedo índice de su mano derecha y, desafiante, apuntó a los medios antes de empezar su explosivo monólogo:

"Yo escucho todo y no me olvido de nada. Volveré. No tengo ningún problema, me he encontrado una guerra que no es mía, es de dos personas [se supone que habla de Laporta y Rosell] y yo me llevo todos los palos. Si alguien tiene los huevos de decírmelo a la cara que me lo diga. Cuando ha sido mi jefe nunca me ha saludado, y pasan atrás para pegarme palos. Esto sí es de mala persona y es de mala persona los que salen en una rueda de prensa y dicen que Eto'o se ha negado a jugar". Siguió, imparable, el africano: "Lo que tienen que pensar es que Samuel Eto'o siempre ha entrenado con sus compañeros, lesionado, y con golpes y todo. Yo siempre he entrenado. Siempre. A partir de ahora que digan lo que quieran. He cumplido siempre con los compañeros y voy con la cabeza alta dentro del vestuario. Lo único que me interesa es el vestuario para adentro, lo de fuera es para ustedes y si queréis saber lo que ha pasado preguntadle a Rijkaard. Yo no hablo pero digo que el que quiere meter la prensa en el vestuario es el que sale y habla esas cosas, y eso hay que saberlo. Y yo, si salgo y hablo, la gente, seguramente va a ver lo que va a pasar". Lanzada la amenaza, se fue a firmar libros. Los niños le miraban asustados.

Doce horas después, Eto'o intervino en El Larguero, de la cadena Ser, y a preguntas de José Ramón de la Morena, volvió sobre sus pasos para matizar que "no me he referido a Rijkaard cuando he hablado de una mala persona y, por tanto, no tengo nada de que hablar con el técnico porque no tenemos ningún problema". "La gente puede estar tranquila porque seguiré en el Barça y meteré muchos goles", añadió. "He saltado porque no acepto que me tiren mierda encima". Eto'o afirmó incluso poco después que tampoco se refería explícitamente a Ronaldinho cuando había respondido a quien le sugirió que tenía que anteponer el bien del equipo a sus cuestiones particulares.

Eto'o, ayer en el acto benéfico al que acudió en Vilafranca.EFE

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