Ségolène Royal intenta paliar la caída en las encuestas con un baño de masas en París

Los barones socialistas arropan a la candidata presidencial en un mitin en la capital francesa

"Me he sentido vilipendiada, humillada, he sido portada de revistas nauseabundas, me dicen que se prepara un libro por día sobre mí. Por lo visto, hasta un psiquiatra se ha decidido a escribir sobre mí, y no lo crean, porque no me ha examinado". Ségolène Royal se dio ayer un baño de masas en la sala Carpentier, en el distrito 13 de París, en su intento de resurgir del declive que ha sufrido desde que la potente maquinaria de su rival conservador, Nicolas Sarkozy, empezó a atacarla. "Sigo aquí y siento una ola, un soplo. Sólo con vuestra presencia ya estáis respondiéndoles".

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"Me he sentido vilipendiada, humillada, he sido portada de revistas nauseabundas, me dicen que se prepara un libro por día sobre mí. Por lo visto, hasta un psiquiatra se ha decidido a escribir sobre mí, y no lo crean, porque no me ha examinado". Ségolène Royal se dio ayer un baño de masas en la sala Carpentier, en el distrito 13 de París, en su intento de resurgir del declive que ha sufrido desde que la potente maquinaria de su rival conservador, Nicolas Sarkozy, empezó a atacarla. "Sigo aquí y siento una ola, un soplo. Sólo con vuestra presencia ya estáis respondiéndoles".

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Sobre la abundante literatura denigratoria que le dedican sus adversarios, la candidata socialista dijo: "Hay tal vez algo de dinero que ganar, pero en realidad lo que hay es lo mucho que tiene que perder el conglomerado de la derecha y las finanzas si gana la izquierda". La sala estallaba a gritos: "Ségolène, presidenta".

Abrió el acto el alcalde de París, Bertrand Delanoë, y en la primera fila se sentaban muchos de los miembros de los gobiernos socialistas presididos por Lionel Jospin en la pasada década, desde su rival, Dominique Strauss-Khan, pasando por Henri Emmanuelli, Martine Aubry, Jean-Pierre Chevènement o Jacques Lang.

Una de las primeras cosas que hizo Royal cuando subió al estrado fue precisamente mencionar este hecho, en una clara señal a que tiene el apoyo del partido.

La candidata socialista avanzó algunos de los temas claves sobre los que va a lanzar el contraataque contra la derecha. Nicolas Sarkozy es el candidato de la Unión por un Movimiento Popular, es un miembro del gobierno y forma parte de la mayoría saliente, es el delfín, no ha salido de la nada y "debe rendir cuentas". También se refirió a la campaña de banalización que desde algunos medios próximos a la derecha se ha realizado sobre su modelo de "democracia participativa".

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El alcalde Delanoë fue muy claro en este asunto: "Nuestra campaña se basa en el respeto a la verdad y todo el trabajo de los próximos tres meses será hacer surgir esta verdad que viene del fondo de Francia", e ironizando sobre su rival conservador dijo: "Nosotros no necesitamos un club de fans, nosotros queremos ciudadanos".

Royal, por su parte, no tuvo reparo en asumir el traje del único presidente socialista de la V República, con quien a menudo se la compara. "La candidatura socialista ha sido siempre considerada ilegítima por la derecha", aseguró, remedando a François Mitterrand.

Los ánimos en el Partido Socialista están bastante bajos. La candidata, en caída libre en las encuestas, ha estado trabajando en la elaboración de su programa electoral, rodeada por su equipo de campaña, del que no forman parte los miembros del aparato del partido. El próximo domingo, Royal desvelará al menos un anticipo de sus propuestas.

Los nervios, ante una situación en la que Nicolas Sarkozy parece omnipresente en cada momento, son evidentes. Tras haber evitado mencionar su nombre desde que entrara en campaña hace tres semanas, Sarkozy pasó ayer al ataque. "Ha descubierto demasiado tarde que sólo con la imagen no se va a ningún sitio", dijo a un grupo de periodistas.

La candidata socialista a la presidencia francesa, Ségolène Royal, durante el mitin de ayer en París.REUTERS

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