CONTRASEÑA | Luis de Sebastián

El olor de la pobreza

"La pobreza huele igual en todas partes, como dice Vargas Llosa. La pobreza y el hambre pueden ser superadas, sin duda: España es un ejemplo". Ésta ha sido su obsesión vital: palpar, contrastar, estudiar, realidades y cambios aparentemente incomprensibles. Y sacar conclusiones que permitan entender y avanzar. "Me han encasillado demasiado de radical, me etiquetan como rojillo. Sólo me reconozco como economista de la solidaridad", dice. "Es por falta de solidaridad por lo que no se acaba con la pobreza, cosa perfectamente posible con los recursos actuales". No duda, afirma. Lo ha escrito...

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"La pobreza huele igual en todas partes, como dice Vargas Llosa. La pobreza y el hambre pueden ser superadas, sin duda: España es un ejemplo". Ésta ha sido su obsesión vital: palpar, contrastar, estudiar, realidades y cambios aparentemente incomprensibles. Y sacar conclusiones que permitan entender y avanzar. "Me han encasillado demasiado de radical, me etiquetan como rojillo. Sólo me reconozco como economista de la solidaridad", dice. "Es por falta de solidaridad por lo que no se acaba con la pobreza, cosa perfectamente posible con los recursos actuales". No duda, afirma. Lo ha escrito y aún lo explica a sus alumnos de la Universidad Ramon Llull como profesor honorario. Ha cumplido 72 años y está contento, acaba de solventar una deuda pendiente: explorar África durante dos años desde su despacho en ESADE. "Es un pecado desconocer lo que los europeos hemos hecho con África": así ha titulado un breve libro (Trotta) que le ha prologado Samuel Eto'o. Sólo el conocimiento abre la puerta a la responsabilidad: África es una parte del drama de la insolidaridad y el escándalo de la pobreza. "Debería estudiar ahora el problema del hambre", se dice hoy a sí mismo.

La vida de este barcelonés nacido en Burgos ha sido una larga cadena de descubrimientos y cambios producidos al compás de la historia contemporánea. "Yo quería ser sabio", reconoce para explicar por qué, a los 17 años, se hizo jesuita. Hijo de un médico formado en la mítica Residencia de Estudiantes de Madrid que fue ayudante de Juan Negrín, amigo íntimo de Severo Ochoa y Grande Covián, y que luego se hizo falangista, creció entre ocho hermanos y estudió con los maristas. "Aquello era un lavado de coco total. '¡Canalla, bandido, rojo, Azaña!': ése era el modo de insultarnos entre los compañeros de colegio". Ríe. Premio extraordinario al acabar el bachillerato, decide pedir el ingreso en la Compañía de Jesús, "que apenas conocía y para gran disgusto de mi padre". A los 19 años hace votos perpetuos (obediencia, pobreza, castidad): así comienza su recorrido por el camino del conocimiento y de la vida.

"Cuando hice los votos no sabíamos nada de nada. Mi cabeza sólo estaba para aprender, estudiar". Predicaba en latín, hablaba griego, mientras recorría universidades europeas: filosofía en Alemania; ciencias sociales en Roma; teología en Oxford, Salamanca y Londres; economía en la London School of Economics, hasta el doctorado en ciencias políticas en Ginebra. Los largos años de estudios incluían un master en divinity y cosas parecidas. No notó lo que pesaba la castidad hasta mucho más tarde, en Londres: "Yo iba a clase con clergyman y, claro, ningún chico se me acercaba, sólo las chicas. No había experimentado eso hasta entonces. Fue traumático".

En agosto de 1968 tiene su primer contacto con la Universidad José Cañas, de los jesuitas, en El Salvador, un lugar que, junto con sus amigos el jesuita Iñaki Ellacuría y monseñor Romero, arzobispo de San Salvador -ambos luego asesinados-, va a marcar profundamente su vida. "Fueron unos años intensísimos, de gran trabajo", señala. El compromiso de aquel grupo de jesuitas con la dura realidad de un país que estaba en plena dictadura le vale una expulsión, un reingreso y una secuencia de sobresaltos: "El 10 de octubre de 1980 nos pusieron 10 bombas en la casa, de las que sólo explotaron tres, tuvimos que escondernos"; él era vicerrector de la universidad salvadoreña. Ese año los escuadrones de la muerte asesinaban a monseñor Romero, Ellacuría caía en 1989. Sale de El Salvador en 1980 como representante del Frente Democrático Revolucionario y, financiado por diversas organizaciones religiosas, se dedica a captar ayuda internacional para los insurgentes populares. "En paralelo decidí salirme de jesuita y poco después conocí a Paqui, mi mujer, que era viuda con dos hijos". Desde entonces están juntos.

Aún quedaban otros pasos: se distancia de la guerrilla -"no era ya un frente unido y comencé a no verlo claro"-, comienza a dar clases en ESADE y concurre a un puesto -que consigue- en el Banco Interamericano de Desarrollo en Whasington, donde pasa dos años, pese a los problemas para entrar en Estados Unidos, estudiando la pobreza. "El drama básico que tenemos es que la economía planificada no permite la libertad y el mercado produce infinitas desigualdades. A estas alturas, pienso que sólo podemos reaccionar ante la catástrofe, que es lo que denuncia el informe Stern (que augura un empobrecimiento económico occidental del 20% por causas mediombientales) y que Blair respalda ahora". Le esperan hoy dos alumnos indios a los que da clases, en inglés, sobre la situación económica en América Latina.

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PERFIL

Barcelonés nacido en Burgos, de 72 años, profesor de Economía Internacional en la Universidad Ramon Llull, puede dar también clases en inglés, alemán, francés e italiano. Ex jesuita, filósofo, teólogo, sociólogo, economista, doctorado en Ciencias Políticas, ligado en los años ochenta a la guerrilla salvadoreña, su vida está marcada por la búsqueda de explicación a una realidad insolidaria. "La pobreza no acaba por falta de solidaridad, pero hay recursos para superarla", dice y señala a África como "el pecado de Europa".

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