Reportaje:

Barcelona despega

El lanzamiento del Ariane 5 con el nombre de la ciudad inscrito refleja la apuesta catalana por el sector aeroespacial

Barcelona despegó el viernes a lo grande. El nombre de la ciudad estaba inscrito en la parte superior del cohete Ariane 5, que fue lanzado a las 23.08 horas (hora local) desde la base de la Agencia Espacial Europea situada en Kurú, en la Guayana Francesa.

La inscripción "ciudad de Barcelona" tuvo una vida efímera. La parte superior de la aeronave, que también se denomina cofia, sólo permaneció unida cohete los tres minutos posteriores al despegue. A las 23.11 horas, la cofia, como estaba previsto, se desprendió y cayó hacia la tierra para desintegrarse al entrar en contacto con la atmós...

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Barcelona despegó el viernes a lo grande. El nombre de la ciudad estaba inscrito en la parte superior del cohete Ariane 5, que fue lanzado a las 23.08 horas (hora local) desde la base de la Agencia Espacial Europea situada en Kurú, en la Guayana Francesa.

La inscripción "ciudad de Barcelona" tuvo una vida efímera. La parte superior de la aeronave, que también se denomina cofia, sólo permaneció unida cohete los tres minutos posteriores al despegue. A las 23.11 horas, la cofia, como estaba previsto, se desprendió y cayó hacia la tierra para desintegrarse al entrar en contacto con la atmósfera. Mientras todo esto ocurría, el cohete siguió su rumbo cielo arriba, propulsado, a 11 kilómetros por segundo, mediante la reacción que se origina cuando moléculas de oxígeno y de hidrógeno entran en contacto.

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La misión del Ariane 5 es poner en órbita satélites artificiales. El viernes se pusieron en órbita dos, que han sido promovidos por empresas privadas de Estados Unidos. Se trata del Wildblue 1, que dará servicio a los internautas que se conecten a la red mediante banda ancha, y el AMC 18, destinado a la televisión por cable. El coste medio del despegue un satélite artificial es de entre 50 y 80 millones de euros.

El Wildblue 1 y el AMB 18 se situarán a 36.000 kilómetros de la tierra. El director de Cosmocaixa, Jorge Wagensberg, indicó que el 36.000 es el número fetiche de los satélites artificiales. La razón: que la gran mayoría de ellos se sitúan a esa distancia. "Es en este punto cuando las fuerzas centrífuga y centrípeta se anulan, y ello permite a los satélites poder girar a la misma velocidad que lo hace la tierra", añadió Àlvar Pérez Infante, uno de los expertos que participaron el viernes en la transmisión en directo del despegue que pudo verse en Cosmocaixa.

El seguimiento del despegue no fue el único acto que se celebró el viernes en Cosmocaixa para conmemorar la participación barcelonesa en el Ariane 5. También se organizaron talleres, actuaciones teatrales y proyecciones de documentales. Más de 11.000 personas pasaron durante la jornada por este centro, el doble de la media de visitas en un domingo de puertas abiertas.

No es algo nuevo que el nombre de una ciudad europea figure en la parte superior de un cohete lanzado por la Agencia Espacial Europea, aunque era la primera vez que esto ocurría con una ciudad española. La inscripción del nombre en la lanzadera es un homenaje a las ciudades que forman parte de la comunidad de ciudades Ariane. Durante los dos últimos años, Barcelona ha presidido esta red de municipios. "Ariane nos ofreció la posibilidad de apadrinar el cohete de manera gratuita", recordó ayer el concejal Francesc Narváez.

Sin embargo, las letras negras con el nombre de Barcelona no eran la única aportación catalana del cohete. También es made in Catalonia su software. Lo ha desarrollado la empresa barcelonesa GTD, cuya sede está en el distrito del Poblenou y que también se encarga de los programas del futuro modelo de aviones Airbus. Ángel Ramírez, presidente de GTD, recordó que en los lanzamientos de cohetes un pequeño error del sistema informático puede significar que el proyecto se vaya a pique. Eso fue lo que ocurrió en 1996, en el primer despegue del Ariane 5: un error de programación ocasionó un desvío de la aeronave, que se desintegró 40 segundos después de despegar.

Para las administraciones, el hecho de que la ciudad de Barcelona bautice un cohete es sólo la punta del iceberg de una apuesta más ambiciosa: potenciar el sector aeronáutico y aeroespacial. El esfuerzo ha dado algunos frutos. Si hace unos años el peso de Cataluña en la industria aeroespacial española era de apenas el 1%, hoy este porcentaje se ha quintuplicado. Pese a todo, Madrid, Andalucía y el País Vasco siguen representando el 90% de este sector.Aunque en Cataluña hablar de aeronáutica no es algo nuevo. Fue en 1903 cuando los hermanos Wright hicieron el primer vuelo tripulado de la historia. Seis años más tarde, el ingeniero Gaspar Brunet construyó la primera aeronave catalana. Esta industria se desarrolló con rapidez en pocos años, pero la Guerra Civil y la posguerra la hirieron de muerte.

En estos momentos el sector aeroespacial catalán está formado por unas 60 empresas que emplean a un millar de trabajadores. Para impulsar este sector considerado estratégico, la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el Gobierno central promovieron hace seis años el consorcio Barcelona Aeronáutica y del Espacio (BAIE). Otra de las apuestas es el parque aeroespacial que se construirá en Viladecans (Baix Llobregat), entre la C-32 y las vías de Renfe.

Pese a todo, las magnitudes de este sector económico en Cataluña siguen siendo discretas. Según la Generalitat, el sector aeroespacial supone sólo el 0,07% del producto interior bruto catalán, y su facturación anual ronda los 105 millones de euros. Las administraciones y las empresas del sector se han propuesto trabajar fuerte durante los próximos años para que Cataluña despegue, de la misma forma que lo hizo el cohete bautizado con el nombre de Barcelona.

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