Reportaje:

Los brigadistas 'retoman' Belchite

Homenaje a veteranos de la Guerra Civil en un teatro de Londres

"Yo sé lo que pasó en Belchite. Fue la batalla más sangrienta de la Guerra Civil", recordaba la noche del martes Sam Lesser, judío británico, de padres polacos, que se unió a las Brigadas Internacionales en septiembre de 1936. También Bob Doyle, voluntario irlandés, resistió al fascismo en este histórico enclave de Aragón hasta ser capturado por tropas italianas y enviado al campo de concentración de San Pedro de Cardeña, en Burgos. A sus 91 años ambos veteranos retoman Belchite a través de los recuerdos que les suscita ¡Ay, Carmela!, la obra del autor y director teatral José San...

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"Yo sé lo que pasó en Belchite. Fue la batalla más sangrienta de la Guerra Civil", recordaba la noche del martes Sam Lesser, judío británico, de padres polacos, que se unió a las Brigadas Internacionales en septiembre de 1936. También Bob Doyle, voluntario irlandés, resistió al fascismo en este histórico enclave de Aragón hasta ser capturado por tropas italianas y enviado al campo de concentración de San Pedro de Cardeña, en Burgos. A sus 91 años ambos veteranos retoman Belchite a través de los recuerdos que les suscita ¡Ay, Carmela!, la obra del autor y director teatral José Sanchis Sinisterra, que se estrenó la noche del martes en el Shaw Theatre de Londres tras recorrer otras ciudades británicas.

Sanchis Sinisterra salda una deuda con veteranos combatientes en el estreno británico de '¡Ay, Carmela!'

"Una interpretación impresionante, pero un rompecabezas para los británicos. No han oído hablar de Belchite, sólo de Marbella, Málaga, Barcelona y quizá Granada", comentó Lesser con punzante ironía. Con nueva traducción en inglés de Steve Trafford, ¡Ay, Carmela! mantiene viva la memoria de los extranjeros que se movilizaron en contra del fascismo. Textualmente a través de los presos y, en la víspera de su fusilamiento, espectadores ausentes del forzado espectáculo de variedades de Carmela y Paulino, los únicos personajes de la obra con presencia en el estrado. A un nivel más íntimo, la actriz Elizabeth Mansfield dedica su interpretación a su padre, Geoffrey, comunista inglés que coordinó envíos de comida y ropa a la España republicana.

Sanchis Sinisterra saldó una deuda de su conciencia con el estreno londinense de la obra. Aparcó sus múltiples compromisos en teatros de España e Italia para acompañar a los miembros de la International Brigade Memorial Trust que aceptaron la invitación de Ensemble, la compañía teatral de Mansfield y Trafford. Entre ellos, Doyle, Lesser y el veterano sindicalista Jack Jones hicieron los honores en nombre de los 22 voluntarios que aún viven en el Reino Unido. "Hace 20 años, con ocasión de la primera producción española de ¡Ay, Carmela!, quise brindar un homenaje a los brigadistas internacionales. Quería invitarles a una representación en el nuevo Belchite. No pudo ser entonces. Ver ahora realizado aquel viejo deseo me llena de satisfacción", confesó el dramaturgo valenciano.

"No deja de darme sorpresas esta obra", explicó poco antes. "La escribí para marcar el 50º aniversario de la guerra, para que se reflexionara y se recordaran las dos muertes. Primero los matan y luego se les olvida", añadió. Del original en castellano, de 1987, han nacido lecturas en siete idiomas, incluidos el francés y el alemán. Curiosamente, la versión inglesa debe su origen a una adaptación serbocroata representada en Sarajevo después de la guerra de Bosnia. El traductor salió de aquella función convencido de la contemporaneidad y pertinencia de las cuestiones planteadas por Sanchis.

"Versa sobre el fracaso de los vivos para asimilar las lecciones de los muertos de tantas guerras. No aprendemos y las guerras continúan. Es importante recordar. Por mucho que enterremos las memorias, éstas vuelven a resurgir", defendió el traductor. No fue necesario insistir en su argumento ante la audiencia del Shaw. "Es bueno recordar las batallas en defensa de la idea de libertad, de resistencia y de reconocimiento de los valores humanos", le secundó Jones. "¿Somos honestos con nuestros camaradas si no hablamos de qué pasó, de cómo y por qué murieron?", cuestionó Lesser, también conocido por su seudónimo Sam Russell, con el que firmaba sus crónicas periodísticas.

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