Coches que dialogan para evitar accidentes

Comunicar los vehículos entre sí, una innovación técnica que podría reducir al mínimo los accidentes de tráfico. Con este sistema, los conductores sabrán, antes incluso de verlo físicamente, si una moto se ha saltado el semáforo del cruce al que se acercan, o si en la salida de la autopista hay un camión averiado que corta el paso. La comunicación entre vehículos, que se realizará en tiempo real, otorgará a los conductores mayor capacidad de reacción y puede convertirse en uno de los dispositivos antiaccidentes más importantes del futuro cercano. Todavía está en fase de experimentación, pero h...

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Comunicar los vehículos entre sí, una innovación técnica que podría reducir al mínimo los accidentes de tráfico. Con este sistema, los conductores sabrán, antes incluso de verlo físicamente, si una moto se ha saltado el semáforo del cruce al que se acercan, o si en la salida de la autopista hay un camión averiado que corta el paso. La comunicación entre vehículos, que se realizará en tiempo real, otorgará a los conductores mayor capacidad de reacción y puede convertirse en uno de los dispositivos antiaccidentes más importantes del futuro cercano. Todavía está en fase de experimentación, pero hace tiempo que se está probando, con resultados prometedores. Y casi todos los fabricantes trabajan en ello, desde los europeos hasta los japoneses y norteamericanos. En Europa, donde cuenta con el apoyo de la UE, se espera poder aplicarlo antes de 2010.

El funcionamiento es simple. Cuando un coche sufra una colisión, por ejemplo, la red captará la activación de sus airbags y transmitirá una señal de alerta a los vehículos que se dirijan al punto conflictivo. La red es autónoma y no precisa antenas ni repetidores fijos, porque cada vehículo sirve para sustentar el sistema. Y tampoco implica costes para el usuario, ya que la información se envía por frecuencias distintas a las de la radio, no precisa licencia y es, por tanto, gratuita. Sin embargo, la saturación de la banda de frecuencias es uno de los impedimentos que pueden retrasar su aplicación. Y también el que la red sólo tenga capacidad para abarcar una región: cubrir un país exigiría dividirlo en varias zonas.

Pero el obstáculo principal está en los costes, como suele suceder casi siempre con las nuevas tecnologías. Y es que para que la red sea plenamente operativa se precisa que cada vehículo lleve un navegador GPS y un ordenador más potente que los que tienen ahora. Es probable que la implantación sea parcial al principio y, entre otros supuestos, se baraja que empiece a funcionar sólo en las ciudades y que la interconexión comience con los semáforos y no con los vehículos.

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