Peepshow aboga por el rock intenso y pretencioso en su nuevo álbum

Killy y los hombres estrella, el segundo álbum de los valencianos Peepshow, debía haber llegado a las tiendas a principios de año. Lo hizo a mediados de mayo y, para entonces, el trío integrado por Uve Martínez (voz y guitarra), Vicente Bonillo (bajo) y Carsten Ress (batería) ya había cumplido prácticamente la mitad de sus compromisos promocionales previstos. "Estábamos ansiosos por tocar y preferimos no cancelar ningún concierto", reconocen. Pasado el verano, Peepshow volverán a la carretera para llevar su espectáculo, convenientemente remozado, por las principales plazas del país. "Tr...

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Killy y los hombres estrella, el segundo álbum de los valencianos Peepshow, debía haber llegado a las tiendas a principios de año. Lo hizo a mediados de mayo y, para entonces, el trío integrado por Uve Martínez (voz y guitarra), Vicente Bonillo (bajo) y Carsten Ress (batería) ya había cumplido prácticamente la mitad de sus compromisos promocionales previstos. "Estábamos ansiosos por tocar y preferimos no cancelar ningún concierto", reconocen. Pasado el verano, Peepshow volverán a la carretera para llevar su espectáculo, convenientemente remozado, por las principales plazas del país. "Trabajamos a fondo nuestros shows para ofrecer algo más que una mera sucesión de canciones. Ya somos bastante sencillos en la calle como para serlo también sobre el escenario", dice Martínez.

Dicho esto conviene apuntar que Peepshow no ocultan sus simpatías por el David Bowie de Ziggy Stardust. Y algo deben, también, a otras bandas más actuales que, como es el caso de Placebo o Interpol, dan casi tanta importancia a su estética como a sus canciones. En el caso de los valencianos, estas influencias tienen su traducción en un rock de alta intensidad, sobrecargado y retorcido. Un sonido al que se le ha acusado de pretencioso y pomposo.

Cuando se les pregunta su opinión al respecto, los músicos sonríen, reivindican la ampulosidad de su discurso y, de paso, apuntan que, pese a todo, los cuatro años que transcurrieron entre su primer larga duración, Miss Thorazine y la gran comedia galáctica, y su siguiente trabajo les sirvieron para aprender a hacer canciones "más asequibles y fáciles de digerir, más melódicas". "Pero aún falta más: queremos evolucionar hacia un sonido más primitivo, más básico, que muestre más el contraste entre el rock y la electrónica o los arreglos de cuerda", explica Uve Martínez. Está por ver hacia dónde dirigen sus pasos. De momento, Peepshow pueden presumir de haber entregado un disco que les reafirma como una de las propuestas más sólidas y aprovechables del actual rock independiente local.

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