El sorteo
No soy yo una persona que normalmente se deje llevar por sorteos en los que claramente uno acaba siendo estafado. Pero cuando el otro día vi un anuncio en televisión en el que se decía que Vodafone premiaba la fidelidad de sus clientes regalando cada día un BMW, piqué el anzuelo. El anuncio decía que sólo había que mandar un SMS para participar. Y ya que he sido cliente de esta empresa durante los últimos seis años, lo envié.
Nada más enviar ese mensaje, recibí uno que decía: "Si quieres participar en el sorteo, mándanos un SMS con tu nombre y apellido". Así lo hice. Y entonces recibí o...
No soy yo una persona que normalmente se deje llevar por sorteos en los que claramente uno acaba siendo estafado. Pero cuando el otro día vi un anuncio en televisión en el que se decía que Vodafone premiaba la fidelidad de sus clientes regalando cada día un BMW, piqué el anzuelo. El anuncio decía que sólo había que mandar un SMS para participar. Y ya que he sido cliente de esta empresa durante los últimos seis años, lo envié.
Nada más enviar ese mensaje, recibí uno que decía: "Si quieres participar en el sorteo, mándanos un SMS con tu nombre y apellido". Así lo hice. Y entonces recibí otro que decía: "Si quieres participar en el sorteo, envía SMS vacíos, por cada SMS tendrás 10 participaciones en el sorteo". Bastante defraudado ya por la tomadura de pelo del sorteo de marras, decidí mandar sólo un SMS más para ver qué pasaba. Recibí uno a continuación que decía: "Si quieres participar en el sorteo, manda otro SMS y descubrirás la pista del día".
Suficiente para mí. Después de tres mensajes, a 0,90 euros cada uno, había sido estafado por una empresa de la que soy cliente. Y no es la primera vez, ya lo fui en una promoción anterior para renovar mi móvil no hace mucho.
Como juré no mandar ni un SMS más, los últimos cuatro días he recibido mensajes de Vodafone apremiándome a hacerlo: "¿Vas a perder tu oportunidad de ganar? ¡Sigue enviando mensajes!". Por favor, no nos tomen por imbéciles, aunque a veces caigamos en las redes de empresas sin escrúpulos que se ríen hasta de sus propios clientes. Creo que ha llegado el momento de cambiar de compañía.