Crítica:

Juegos de agujas

Algunos filósofos del lenguaje han tratado la escritura de Lewis Carroll como un esquizo-cuento: el cuerpo-plastilina de Alicia, con sus encogimientos y alargamientos, sus obsesiones orales, los excrementos, la pérdida de identidad o sus elocuentes palabras-valija, capaces de llevar al lector, en un juego de agujas ferroviario, de una idea a otra a través de múltiples trayectos. Y en El Principito, Saint-Exupéry -quien, de manera diferente a Carroll, hace pasar todo acontecimiento por el lenguaje- juega a la misma reversibilidad: la realidad transcurre entre el exterior y el interior....

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Algunos filósofos del lenguaje han tratado la escritura de Lewis Carroll como un esquizo-cuento: el cuerpo-plastilina de Alicia, con sus encogimientos y alargamientos, sus obsesiones orales, los excrementos, la pérdida de identidad o sus elocuentes palabras-valija, capaces de llevar al lector, en un juego de agujas ferroviario, de una idea a otra a través de múltiples trayectos. Y en El Principito, Saint-Exupéry -quien, de manera diferente a Carroll, hace pasar todo acontecimiento por el lenguaje- juega a la misma reversibilidad: la realidad transcurre entre el exterior y el interior.

La obra de la francesa Pauline Fondevila (Le Havre, 1972) bascula entre estos dos mundos, el bits of things del primero y el esencial invisible del segundo, una suerte de matemática fantástica, ordenada y alejada de toda lógica, que se expande en círculos concéntricos en el océano de las paradojas. Una extraña mañana de febrero en Gijón tiene como protagonista a la niña "P" (la artista), a una nariz pegada, dibujando de pie, sobre la pared de la galería, el diseño de una larga lista de referentes culturales de su mundo particular, o como ella lo llama, "un lugar arqueológico de lo sentimental".

PAULINE FONDEVILA

'Una extraña mañana de febrero en Gijón'

Galería Estrany & de la Mota

Passatge Mercader, 18

Barcelona

Hasta el 21 de julio

El título está sacado de la letra de una de las canciones del primero de los nombres que colocó en una lista: Nacho Vegas. Al cantante le siguieron otros "signos": un burro, un cowboy, relojes, flechas, el mundo de Pinocho, el pequeño Príncipe... La imaginación de Pauline Fondevila viaja desde la almohada de su pupitre hasta una pared; allí construye su mapa del mundo, un graffiti de trazo muy simple y en expansión donde viven sus iconos, marcas comerciales, títulos de canciones, nombres de bandas de música pop, frases-valija que avanzan y retroceden como una marea en el imaginario infantil hasta alcanzar el mundo adulto. Un big-crash en blanco y negro que reanima en dos dimensiones la película real de los héroes cotidianos sacados de una canción de Joaquín Sabina. Un divertimento, para los días de verano

'Desde el norte II 9' (2006), de Pauline Fondevila.

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