Junta de accionistas del Santander

La competitividad como reto

El Banco Santander adelantó, en una sabia decisión, una hora el inicio de la junta, a las 10 de la mañana. Ampliaba así la posibilidad de intervenciones e incluso de ofrecer al personal vídeos corporativos. Sólo hubo 12 peticiones de palabra, entre ellas cuatro del grupo encabezado por el abogado Rafael Pérez Escolar, y la junta terminó un cuarto de hora antes de las dos de la tarde, con tiempo suficiente para tomar el aperitivo en El Sardinero antes de comer.

Para el Santander, como para cualquier empresa, la celebración de la junta de accionistas es algo más que un acto obligado por l...

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El Banco Santander adelantó, en una sabia decisión, una hora el inicio de la junta, a las 10 de la mañana. Ampliaba así la posibilidad de intervenciones e incluso de ofrecer al personal vídeos corporativos. Sólo hubo 12 peticiones de palabra, entre ellas cuatro del grupo encabezado por el abogado Rafael Pérez Escolar, y la junta terminó un cuarto de hora antes de las dos de la tarde, con tiempo suficiente para tomar el aperitivo en El Sardinero antes de comer.

Para el Santander, como para cualquier empresa, la celebración de la junta de accionistas es algo más que un acto obligado por la Ley de Sociedades Anónimas. Es la oportunidad, además de dar cuenta de la gestión de la entidad durante el ejercicio pasado y de los objetivos futuros, de diseccionar la actualidad nacional e internacional. Para el primer banco español eso parece obligado y Botín no suele desaprovechar la ocasión. Este año, en un discurso de 37 minutos, se dedicó, además de resaltar unos resultados que por primera vez superaron los 6.000 millones de euros (más de un billón de pesetas) y lanzar durísimas críticas al Código de Buen Gobierno elaborado por la Comisión de Valores, a analizar "el contexto económico e institucional". Es un terreno en el que Botín se siente muy cómodo.

El empresario quiso poner la venda sobre la herida abierta por el crédito concedido al PSOE en 1977, que se le acusa de haber condonado. Algunos accionistas se habían mostrado disconformes, por lo que argumentó que el banco cobró la cantidad principal y los intereses sobre el capital del crédito, calculados según el Euríbor. Lo que no aplicó fueron los intereses de demora (el 19%).

Tras piropear al Gobierno de Zapatero destacando que la economía española crece dos puntos por encima de la media europea, crea 900.000 empleos ("más de la mitad de los creados en Europa") y es "capaz de absorber adecuadamente" el alza de crudo, puso los deberes sobre la mesa. Destacó "la preocupante pérdida de competitividad" y subrayó la urgencia de que se adopten medidas "para corregir esta situación". También se refirió al mercado inmobiliario como un problema ("es lógico que las autoridades pidan prudencia", dijo en la única referencia al Banco de España) y a la importancia de la educación.

La llamada de atención la hizo extensiva a toda la UE: "La UE tiene que avanzar por la senda de las reformas económicas para aumentar la productividad y mejorar las condiciones competitivas, indispensable en un mundo globalizado". Para el presidente del Santander, "es el momento de que Gobiernos y empresas hagamos el máximo esfuerzo para abrir mercados a la competencia e introducir las reformas necesarias y recuperar así un mayor crecimiento económico". "Países como China e India ganan peso, son capaces de atraer capital y de exportar bienes ya no sólo baratos y cuentan con un magnífico capital humano. Europa debe estar a la altura de los retos que plantea este nuevo mundo", enfatizó, para luego volver a España: "La economía española debe responder a este reto si no quiere seguir perdiendo competitividad frente a otros países menos desarrollados".

El uso de la palabra por parte de los accionistas en las juntas generales es la mejor práctica democrática en el gobierno de las empresas. Es el momento de plantear quejas y propuestas ante el máximo órgano ejecutivo, aunque en ocasiones se convierta en arma arrojadiza para saldar cuentas pendientes. Es el caso ya clásico en la junta del Banco Santander entre Emilio Botín y Rafael Pérez Escolar desde hace 11 años. Botín se preocupó de poner en escena la situación: adelantó la intervención del abogado y de sus tres colaboradores habituales en este evento, recordó los cuatro años a que fue condenado por su gestión en Banesto, así como la deuda de 1,3 millones de euros que todavía tiene con esta entidad. Pérez Escolar se reservó acciones legales y, si el año pasado se volcó en atacar a Luis Ángel Rojo, recién incorporado al Consejo, éste lo dirigió al consejero delegado, Alfredo Sáenz.

La participación de este grupo centra desde hace años las juntas del Santander, aunque ya ha perdido el efecto sorpresa y, abrumadoramente, provoca rechazo en el auditorio, entregado al presidente y a sus anuncios de beneficios y dividendos. Botín se abstuvo de responder al grupo de Pérez Escolar (lo hizo el secretario, Ignacio Benjumea) y en pocos minutos despachó el resto de preguntas.

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