Siete muertos y 26 heridos al volcar un autobús de marroquíes que iban a Bélgica

El siniestro, a 48 kilómetros de Madrid en la A-1, pudo deberse a un fallo humano, según Tráfico

La salida de la carretera y posterior vuelco de un autobús provocó ayer, a 48 kilómetros de Madrid, en la A-1 (Madrid-Irún), un accidente de tráfico que costó la vida a siete pasajeros -entre ellos, un niño de 18 meses- y causó heridas a otros 26. Las primeras investigaciones apuntan como causa del siniestro "un fallo humano", aunque tampoco se descarta el reventón de un neumático. Las víctimas eran marroquíes que procedían de Tánger y que, tras llegar la noche del sábado a Algeciras, se dirigían a Bruselas. Anoche seguían hospitalizados en Madrid 23 heridos, seis de ellos "muy graves".
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La salida de la carretera y posterior vuelco de un autobús provocó ayer, a 48 kilómetros de Madrid, en la A-1 (Madrid-Irún), un accidente de tráfico que costó la vida a siete pasajeros -entre ellos, un niño de 18 meses- y causó heridas a otros 26. Las primeras investigaciones apuntan como causa del siniestro "un fallo humano", aunque tampoco se descarta el reventón de un neumático. Las víctimas eran marroquíes que procedían de Tánger y que, tras llegar la noche del sábado a Algeciras, se dirigían a Bruselas. Anoche seguían hospitalizados en Madrid 23 heridos, seis de ellos "muy graves".

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La Guardia Civil de Tráfico no descartaba ayer como causa del siniestro un "fallo humano" fruto de "un despiste" o una "somnolencia" del conductor. No había huellas de frenada. Pero también investiga si la causa fue el reventón de un neumático, como han apuntado los dos conductores, que sufrieron heridas leves.

El autocar, que llevaba ocupadas 33 de las 52 plazas, pertenece a la agencia belga Sundus Travel. Un portavoz de la compañía señaló que el vehículo "tenía todos los papeles en regla". Laura Gómez, teniente de la Guardia Civil de Tráfico, confirmó este extremo y avanzó que, según el tacógrafo, el autocar "circulaba a la velocidad adecuada" en ese tramo. El conductor dio negativo en la prueba de alcoholemia.

Pablo Boquete, camarero de un restaurante cercano, fue de los primeros en llegar al lugar del siniestro, en el kilómetro 47,9 de la A-1, dirección Burgos, en el término municipal de Pedrezuela.

Eran cerca de las nueve de la mañana. En la distancia oyó un golpe fuerte y seco. Al aproximarse al lugar del siniestro, un tramo recto y largo de autovía, creyó estar ante un tráiler volcado.

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La realidad era otra: se trataba de un autobús con el techo segado de cuajo y volcado a la derecha sobre una cuneta de tierra. Sólo sobresalían asientos vacíos. Algunos delanteros y traseros, arrancados. Al lado, entre zarzales y bajo un árbol, vio a personas "que andaban tambaleándose", relató Pablo Boquete. Otras estaban sentadas mirando al suelo y otras, tumbadas. Ni siquiera se movían. "En ese momento no se oía nada, ni gritos, ni lamentos", añadió, sobrecogido por la escena. Los bomberos llegaron al instante.

Entonces, según explicó Vicente Sánchez, coordinador de los servicios de urgencias del Summa 112, sí comenzaron a oírse "lamentos" de personas atrapadas bajo los restos del autobús. Algunos supervivientes comenzaron a entonar "cánticos en árabe", recordó Sánchez.

Las primeras investigaciones apuntan a que el vehículo se salió de la calzada y, tras romper unos 50 metros de valla protectora, impactó contra el tronco de un árbol, perdió el techo y volcó.

El jefe de los bomberos de Madrid, Javier Sanz, explicó que las tareas de rescate "fueron muy complicadas" y que el aplastamiento fue la causa de casi todas las muertes. Según los datos facilitados por la Comunidad de Madrid, los seis heridos críticos fueron distribuidos entre los hospitales 12 de Octubre (1); Ramón y Cajal (2); Puerta de Hierro (1); Clínico de San Carlos (1) y Gregorio Marañón (1). Entre los heridos hay dos niños.

Los cadáveres de los siete fallecidos fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense, donde se les practicará la autopsia. Al lugar del accidente acudió el vicepresidente y consejero de Justicia de la Comunidad de Madrid, Alfredo Prada, y un agregado de la embajada belga, Gilles Heyvaert. "Hemos creado un gabinete de crisis y ahora lo fundamental es identificar a las víctimas e informar a sus familiares", dijo. La mayoría de los viajeros del autocar eran hombres y tenían doble nacionalidad, marroquí y belga, según Prada.

Al lugar del accidente se desplazaron 20 camiones de Bomberos con medio centenar de efectivos, 20 ambulancias del 112, tres vehículos de intervención rápida y dos helicópteros del Servicio de Urgencias de Madrid, así como efectivos de Cruz Roja. La Comunidad de Madrid habilitó un hostal para los heridos que recibían el alta. A primera hora de la tarde, tres de los viajeros ya se encontraban fuera de los hospitales.

El tráfico en el carril derecho de la autovía en sentido a Irún fue cortado durante casi 5 horas. La circulación se reanudó pasadas las 14.30. Se trata del tercer accidente de autobús más grave en España desde 2000. El 9 de marzo de 2005, a pocos kilómetros del accidente de ayer, un camionero atropelló mortalmente a cinco guardias civiles.

Un bombero, junto a tres de los cadáveres en el lugar del accidente en el que murieron siete personas en la autovía A-1.EFE

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