Crónica:Motociclismo | Gran Premio de Francia

Rossi rompe y Pedrosa sobrevive

Al italiano le condena su motor cuando encabezaba la carrera y al español los neumáticos le relegan al tercer puesto

Tocado por una varita mágica, Valentino Rossi se ha paseado durante los cinco últimos años por todos los circuitos del calendario motociclístico ajeno a las desgracias que, a menudo, martirizaron a sus oponentes en el asfalto. Las aplastantes victorias del italiano en el último lustro denotaban que el heptacampeón mundial estaba a salvo del mal fario. Sólo el anuncio de que, al fin, Dani Pedrosa iría este año a su encuentro despertó una excitación que hasta entonces había entrado en cierto letargo debido al reinado de Il Dottore.

Cinco carreras han transcurrido antes de poder dis...

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Tocado por una varita mágica, Valentino Rossi se ha paseado durante los cinco últimos años por todos los circuitos del calendario motociclístico ajeno a las desgracias que, a menudo, martirizaron a sus oponentes en el asfalto. Las aplastantes victorias del italiano en el último lustro denotaban que el heptacampeón mundial estaba a salvo del mal fario. Sólo el anuncio de que, al fin, Dani Pedrosa iría este año a su encuentro despertó una excitación que hasta entonces había entrado en cierto letargo debido al reinado de Il Dottore.

Cinco carreras han transcurrido antes de poder disfrutar de una refriega entre ambos. Hasta ayer en Le Mans. El ritmo de giro que mantuvieron los dos durante los ensayos fue el más veloz de los contendientes y la reyerta se adivinaba segura. La hubo, aunque el desenlace no fuera, ni mucho menos, el que habían dibujado sus protagonistas. Fueron doce las vueltas que Pedrosa rodó con su mirada fija en Rossi antes de que la fortuna, que hasta ahora le había dado la mano, asestara al de Yamaha un mayúsculo corte de mangas para aliarse con uno de sus compatriotas, Marco Melandri, a quien su segundo triunfo del curso le fue servido en bandeja tras escoltar a Pedrosa y Rossi durante casi toda la prueba.

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Enrabietado por el desafortunado protagonismo que ha adquirido este año, Vale, que salió el séptimo, se quitó de en medio a seis pilotos en las cinco primeras vueltas y se despidió de ellos como antaño acostumbraba a hacer. La figura del Rossi ganador, implacable y humillador, se perfiló de nuevo entonces. Apercibido de sus intenciones, Pedrosa, que partió el primero, se fue tras él y rebasó, con la facilidad con la que acostumbra, al estadounidense John Hopknis, quien, como si se diese cuenta de la intromisión que suponía su presencia, se borró de la estampa.

Ocurrió, sin embargo, que, en una disciplina en la que muchos son los componentes que pueden repercutir en el desenlace de una carrera, uno decidió por bando.

Empujó Rossi como un jabato y aumentó su ventaja respecto a Pedrosa. Los compuestos calzados en la Honda número 26 resultaron ser mucho más blandos que los que el de Urbino colocó a su Yamaha 46. Al punto que, a medida que pasaron las vueltas, el menudo español pasó a ejercer de malabarista encaramado a una moto que se zarandeaba sobre unos neumáticos destruidos. Así, la diferencia a favor del italiano fue aumentando hasta rozar los cuatro segundos y medio a falta de nueve giros. Un mundo en el motociclismo y muchísimo más si es Rossi quien asume el mando.

Pero fue entonces cuando Rossi sufrió la más cruel condena que el deporte que él ha encumbrado puede deparar a un piloto. El motor de la Yamaha amarilla se resquebrajó como lo hicieron las intenciones del piloto que la domaba: la victoria, su demostración de poder ante Pedrosa y su reivindicación en el Mundial.

Desolado, tardó en reaccionar. Minutos más tarde, ya en la furgoneta de su equipo, el casco le protegió en todo momento. Ni siquiera al entrar en el camión se despojó de él. Amante de los espectáculos públicos cuando gana, Rossi, abochornado, quiso resguardarse ayer de todas las miradas.

Percatado del fiasco del italiano, Pedrosa rodó en cabeza hasta la llegada de Melandri y Capirossi, que, conscientes del mal estado de los zapatos que calzó ayer la Honda del catalán, se lanzaron a por él. Poco tardó el piloto de Ravenna en rebasar a Pedrosa al tiempo que Capirossi debió aguardar al último giro para imponerse.

Con el recuerdo de la caída de Turquía muy presente, Pedrosa no quiso asumir riesgos y cruzó finalmente el tercero la línea de meta, lo que le sitúa el cuarto clasificado en un campeonato que, tras el dictado impuesto por Rossi, se antojaba inaudito hace tan sólo unos meses.

Tras el varapalo de ayer, el italiano desciende hasta el octavo puesto de un Mundial que, por la escasez de fortuna que le acompaña ahora, pinta muy cuesta arriba para él. Más aún si, como le ocurrió ayer, el motor de su Yamaha se rompe.

Valentino Rossi se tapa los ojos tras su retirada por un problema mecánico.ASSOCIATED PRESS

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