Reportaje:

El ingenio de la supervivencia

Miles de inmigrantes subsaharianos indocumentados intentan reconstruir su vida

El 2005 fue el año de los saltos masivos en las vallas fronterizas con Marruecos y 2006 está siendo el de los cayucos, la nueva fórmula de las mafias para llevar a más gente a bordo -entre 40 y 70 ocupantes- y rentabilizar los viajes, ahora desde Mauritania, a más de 800 kilómetros de la costa española. A principios de los noventa venían de Etiopía y de Somalia, huyendo del hambre y la sequía. Nueve años más tarde, huían de las guerras de Sierra Leona, Ruanda, Nigeria. Hoy vienen de Malí, Senegal, Camerún y buscan un trabajo que les permita vivir dignamente y alimentar desde Europa a la...

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El 2005 fue el año de los saltos masivos en las vallas fronterizas con Marruecos y 2006 está siendo el de los cayucos, la nueva fórmula de las mafias para llevar a más gente a bordo -entre 40 y 70 ocupantes- y rentabilizar los viajes, ahora desde Mauritania, a más de 800 kilómetros de la costa española. A principios de los noventa venían de Etiopía y de Somalia, huyendo del hambre y la sequía. Nueve años más tarde, huían de las guerras de Sierra Leona, Ruanda, Nigeria. Hoy vienen de Malí, Senegal, Camerún y buscan un trabajo que les permita vivir dignamente y alimentar desde Europa a las familias que han dejado en su país. Entrar de forma legal en España, mediante el asilo político o con un permiso de trabajo está al alcance de muy pocos inmigrantes africanos, de modo que la mayoría opta por la vía ilegal: arriesgar la vida en una patera o desgarrarse la piel al saltar las vallas de Ceuta y de Melilla. Más de 100.000 inmigrantes han llegado a España en patera en los últimos siete años. Sólo en 2005, Salvamento Marítimo rescató alrededor de 6.800 personas en las costas andaluzas o canarias. Cinco pateras de media por semana. Al salir de los Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes, tras 40 días sin que haya sido posible documentarlos o repatriarlos, los extranjeros sólo llevan consigo un papel que nadie les ha traducido y que dice: "Expediente de expulsión". Finalmente, la policía les da un billete de autobús y acaban en distintas ciudades españolas, donde intentan construir sus vidas con mayor o menor suerte. Éstas son tres historias de subsaharianos llegados en distintas épocas y por distintos medios, más o menos defraudados por El Dorado.

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