Crítica:

Entre mujeres

Como su última película hasta la fecha, Promise land; como, a decir verdad, la mayor parte de la larga y apasionante filmografía de Amos Gitai, el director más importante en la historia del cine israelí, también esta Zona libre habla del conflicto israelo-palestino. Y también habla de las paradojas: de cómo puede existir un lugar libre de impuestos, en pleno territorio jordano, donde iraquíes compran a israelíes todo tipo de cosas (en especial, vehículos), donde supuestos enemigos se las apañan para hacer negocios. Y habla de mujeres, de retaguardias, de historias personales trun...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Como su última película hasta la fecha, Promise land; como, a decir verdad, la mayor parte de la larga y apasionante filmografía de Amos Gitai, el director más importante en la historia del cine israelí, también esta Zona libre habla del conflicto israelo-palestino. Y también habla de las paradojas: de cómo puede existir un lugar libre de impuestos, en pleno territorio jordano, donde iraquíes compran a israelíes todo tipo de cosas (en especial, vehículos), donde supuestos enemigos se las apañan para hacer negocios. Y habla de mujeres, de retaguardias, de historias personales truncadas por la guerra: en el seno de esta película irregular y menos interesante que otras de su autor, pero aun así capaz de suscitar amplias reflexiones, coexisten muchas historias.

'ZONA LIBRE'

Dirección: Amos Gitai. Intérpretes: Natalie Portman Hanna Laslo, Hiam Abbas, Carmen Maura, Makram Khoury. Género: drama, Israel-Francia-España-Países Bajos, 2005. Duración: 90 minutos.

Es difícil encontrar cuál es el denominador común entre las más importantes, e incluso entre éstas y una que se queda como colgada, la que protagoniza la actriz Carmen Maura: uno tiene la idea de que sólo la mesa de montaje y el material desechado al final serían capaces de contar lo que ya no veremos nunca. Y aun y así, la película, que sumariamente cuenta una trama mínima (una mujer, Natalie Portman, que acaba de dejar a su novio, es conducida a Jordania por una especie de taxista que va allí a cobrar un dinero), contiene momentos impactantes y vehicula reflexiones pertinentes.

Como muestra el primer plano del filme, esos más de 10 minutos que aguanta una Natalie Portman excelente en plano fijo, desgarrada por su dolor, y que es algo así como una declaración programática: es como si Gitai nos advirtiera, desde el comienzo, de que vamos a ver a gente sufriente, a mujeres que lo han soportado casi todo; a las víctimas indirectas de todas las guerras, de todos los conflictos. Y de esa manera, tres mujeres de nacionalidades diferentes y de religiones distintas vivirán durante unas horas cosas que terminarán por unirlas, pequeños descubrimientos que arrojan mucha luz sobre el complejo tapiz desgarrado que es Oriente Próximo.

Es una lástima que la película no vaya un poco más allá, que no ahonde más en la psicología de esas mujeres; que no podamos vivir con ellas algo más de sus historias. Y es una lástima que la película, que termina más en clave alegórica que otra cosa (en la fuga de la no involucrada en el conflicto, harta de ver cómo las otras dos discuten), no haya osado ser más atrevida. Aunque de todas formas, y como ocurre siempre con Gitai, está tan bien puesta en imágenes, tan soberbiamente interpretada, que bien valen la pena pagar los euros que cuesta la entrada para acercarse a ella.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En