Para animar a la lectura

Cuando asociaciones como la de Escritores de Cataluña o de Escritores en Lengua Catalana, alentados por sociedades gestoras de derechos de autor, exigen que las bibliotecas públicas paguen estos derechos cada vez que un lector consulta un libro o lo solicita en préstamo, estas asociaciones ignoran, o no les importa, que muchos de los libros vayan a permanecer inertes en los estantes de las bibliotecas sin que ningún lector se atreva a leerlos por no querer pagar por un derecho básico, como el acceso al conocimiento y a la lectura que proporcionan las bibliotecas, costeado con los impuestos de ...

Cuando asociaciones como la de Escritores de Cataluña o de Escritores en Lengua Catalana, alentados por sociedades gestoras de derechos de autor, exigen que las bibliotecas públicas paguen estos derechos cada vez que un lector consulta un libro o lo solicita en préstamo, estas asociaciones ignoran, o no les importa, que muchos de los libros vayan a permanecer inertes en los estantes de las bibliotecas sin que ningún lector se atreva a leerlos por no querer pagar por un derecho básico, como el acceso al conocimiento y a la lectura que proporcionan las bibliotecas, costeado con los impuestos de todos, en un país cuyos índices de lectura es de los más bajos de la UE. Que muchos libros sólo pueden encontrarse en las bibliotecas porque se agotaron en el mercado y no es rentable reeditarlos. Pero lo que no ignoran estas asociaciones de escritores es que exigiendo el pago de un canon por prestar libros están mintiendo a los lectores: porque ese impuesto ya lo han pagado antes las bibliotecas cuando compraron los libros; por tanto, estas asociaciones pretenden que se pague dos veces por lo mismo. Y lo que es peor: están convirtiendo a la creación en pura mercancía, y están impidiendo que la obra de muchos autores noveles y desconocidos se difunda y se conozca entre los usuarios de las bibliotecas.