El acusado de descuartizar a su mujer niega los hechos y esgrime amnesia

La fiscal insinúa un plan premeditado para deshacerse de la esposa

Juan Antonio Granadal Garrido, el policía municipal de Premià de Mar al que se juzga en la Audiencia de Barcelona, esgrimió ayer la amnesia habitual en muchos acusados y declaró ante el tribunal del jurado que no recordaba que descuartizase a su mujer, ni que la enterrase en cemento, ni que le desfigurara la cara con sosa cáustica, tal como asegura la fiscalía, que le acusa de asesinato y le pide 20 años de cárcel.

Granadal explicó que el cemento que se halló en su domicilio lo compró para realizar un trabajo de bricolaje y que la sosa la iba a emplear para desatascar un desagüe. Tambié...

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Juan Antonio Granadal Garrido, el policía municipal de Premià de Mar al que se juzga en la Audiencia de Barcelona, esgrimió ayer la amnesia habitual en muchos acusados y declaró ante el tribunal del jurado que no recordaba que descuartizase a su mujer, ni que la enterrase en cemento, ni que le desfigurara la cara con sosa cáustica, tal como asegura la fiscalía, que le acusa de asesinato y le pide 20 años de cárcel.

Granadal explicó que el cemento que se halló en su domicilio lo compró para realizar un trabajo de bricolaje y que la sosa la iba a emplear para desatascar un desagüe. También dijo que no se dio cuenta de lo sucedido hasta que fue detenido, cuatro días después de cometer el supuesto asesinato de su esposa, la tarde del 23 de julio de 2003. La pareja vivía en el mismo domicilio de Premià de Dalt, pero estaban separados desde hacía más de tres años.

Granadal tenía otro piso alquilado en Sant Andreu de la Barca (Baix Llobregat), en el que había planificado ir a vivir con la mujer con la que mantenía una relación sentimental desde hacía un año. El acusado sí recordó que el día de la detención había estado con ella. Las preguntas de la fiscal dejaron entrever que actuó de manera premeditada para deshacerse de la mujer, pero él lo negó todo: que días antes del crimen dijera a un compañero de trabajo que su mujer le había abandonado por otro hombre, que después de la muerte enviase un mensaje con el móvil de la víctima a una amiga para anunciarle que no iría a trabajar y que tenía alquilado un barco para pasear por el estanque de Banyoles, donde probablemente había ideado lanzar el baúl con el cadáver descuartizado.

Tras los hechos, admitió que siguió realizando una vida normal. "No fui consciente de lo que había pasado hasta que me entregué. No recuerdo lo demás", explicó al jurado. En cuanto al disparo que causó la muerte, Granadal relató que fue accidental y se produjo mientras limpiaba su arma reglamentaria. La fiscal intentó que reconstruyera en directo cómo empuñó la pistola, pero el presidente del tribunal, Josep Niubó, lo impidió. El acusado pidió entonces un folio, lo recortó en forma de L y simuló la manipulación del arma. "Le dije, nena, nena, ¿estás bien?, pero no respondía, estaba azul", dijo el hombre.

La fiscal también preguntó al acusado si trató el cadáver con cuidado al llevarlo al garaje de la vivienda o si comprobó que la mujer estaba muerta. "No hacía falta, tenía el cráneo ensangrentado", respondió.

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