EXPOSICIONES

La Biblioteca Nacional narra en palabra e imagen la épica de la canción protesta

Si hubo en España una gesta capaz de aunar los anhelos de libertad, belleza y esperanza que anidan en el pecho de los jóvenes y en la mente de adultos indomables, tal fue la que encarnó la canción de autor, conocida como canción social o de protesta. De su nacer hace cincuenta años y de su crecida hasta nuestros días da noticia una exposición ideada por Fernando González Lucini, que ha contado con la anfitrionía de la Biblioteca Nacional, regida por Rosa Regás, y con el impulso de Eduardo Teddy Bautista, que impulsó la idea desde la Fundación Autor.

Poemas, partituras, carátulas ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Si hubo en España una gesta capaz de aunar los anhelos de libertad, belleza y esperanza que anidan en el pecho de los jóvenes y en la mente de adultos indomables, tal fue la que encarnó la canción de autor, conocida como canción social o de protesta. De su nacer hace cincuenta años y de su crecida hasta nuestros días da noticia una exposición ideada por Fernando González Lucini, que ha contado con la anfitrionía de la Biblioteca Nacional, regida por Rosa Regás, y con el impulso de Eduardo Teddy Bautista, que impulsó la idea desde la Fundación Autor.

Poemas, partituras, carátulas de discos, fotografías y retratos, se ensamblan para perfilar el rostro de unos años signados por una realidad de plomo y un horizonte de anhelos. El plomo lo encarnaba la dictadura franquista; el horizonte, la libertad.

La canción de autor nació mediada la década de los años cincuentas del siglo XX. Por primera vez en la historia desde el Romanticismo, una generación de españoles, henchida de rebeldía, dio prioridad a la conquista del futuro frente al fardo de un sin-presente aterrador, encarnado aquí por el régimen de Franco, exponente tenebroso del pasado.

Su fuerza era casi omnímoda: pero ni su represión, ni su censura, ni el exilio impuesto a los mejores lograron detener el proceso inexorable hacia la emancipación surgido de la lucha social en tajos y aulas, cuyo himno fue interpretado por mil guitarras y poemas germinados en los corazones más indómitos. Porque aquel calvario tenía salida: los poemas de Jesús López Pacheco, Eugenio de Nora, Carlos Álvarez, José Agustín Goytisolo, Rafael Alberti... así lo indicaban.

Se trataba de aunar los esfuerzos macerados en la clandestinidad de aquí con los que crepitaban ardientes desde el exilio y dar de ello testimonio con voces y acordes. Del exilio surgió, precisamente, la primera canción, con la trémula voz y la música del valenciano Paco Ibáñez y letra del áureo vate conceptista Luis de Góngora. Respondía al llamamiento 'a la inmensa mayoría' realizado en 1955 por el poeta comunista Gabriel Celaya desde sus Cantos Iberos, una incitación a sacar los poemas desde los salones hasta la calle, para trocar así la palabra en arma y perforar el blindaje que sellaba el horizonte. Y el manantial de música y poesía que brotó no se secó nunca a partir de entonces. La exposición de la Biblioteca Nacional tiene, pues, nombres y apellidos: Paco Ibáñez; Chicho S. Ferlosio; Luis Eduardo Aute; Raimon; Ovidi Montllor; Manolo Díaz; Adolfo Celdrán; Pedro Faura; Elisa Serna; Hilario Camacho; Moncho Alpuente; Marina Rosell; Ricardo Cantalapiedra... más Krahe, Labordeta, Bonet, Laboa, Senante, Gerena, Prada, Guerrero, Pastor... Cada canción, una ballesta, cada ballesta una flecha, cada flecha una diana en la faz del tirano.

Volad, canciones volad. Martes a sábados, de 10.00 a 21.00. Domingos y festivos, hasta las 14.00. Biblioteca Nacional. Pº Recoletos, 20. Hasta el 14 de mayo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En