Reportaje:MÚSICA

Rap contra la guerra

Es mejor construir puentes que destruirlos", reflexiona Emmanuel Jal, cristiano del sur de Sudán, en doble metáfora: por un lado, cuestiona la guerra civil que azotó a su país durante más de veinte años, por otro, hace referencia a su colaboración con Abdel Gadir Salim, musulmán del norte. Norte y sur han sido los polos en conflicto. Y tanto Emmanuel como Abdel han conocido las consecuencias de la violencia. El primero, fusil en mano; el segundo, siendo blanco de las iras de una campaña fundamentalista en Jartum, la capital, contra la música.

Ceasefire (World Music-Karonte) es, d...

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Es mejor construir puentes que destruirlos", reflexiona Emmanuel Jal, cristiano del sur de Sudán, en doble metáfora: por un lado, cuestiona la guerra civil que azotó a su país durante más de veinte años, por otro, hace referencia a su colaboración con Abdel Gadir Salim, musulmán del norte. Norte y sur han sido los polos en conflicto. Y tanto Emmanuel como Abdel han conocido las consecuencias de la violencia. El primero, fusil en mano; el segundo, siendo blanco de las iras de una campaña fundamentalista en Jartum, la capital, contra la música.

Ceasefire (World Music-Karonte) es, de alguna forma, un homenaje al mencionado y frágil acuerdo de paz de 2005. Grabado en Nairobi y Londres, el álbum ha sido producido por Paul Borg, quien ha trabajado con los raperos Naugty By Nature, MC Solar y Urban Species, y cuya reputación se extiende también a la escena de las llamadas músicas del mundo por sus colaboraciones con Cheb Bilal y Mory Kanté. Cinco de las piezas de Ceasefire han sido compuestas por Emmanuel Jal, quien las interpreta, en árabe, inglés, suahili y nuer, con su grupo Reborn Warriors; cuatro por Abdel Gadir Salim, que las toca con su banda, Merdoum All Stars, y Asabi, la canción que cierra el álbum, está firmada por los dos músicos. Pero los cruces son continuos: Jal pone su rap al servicio de los ritmos de Salim, y éste aporta sus melodías hipnóticas al hip-hop de su compatriota.

Nacido en Tong (no sabe muy bien en qué año), Emmanuel Jal, como otros muchos niños de sus país (los llamados chicos perdidos), huyó a Etiopía en busca de escolarización. Tenía unos siete años. Su madre acababa de morir, y su padre combatía en las filas del SPLA. Reclutado en ese país por la milicia sudanesa, fue entrenado para la guerra en sus campos: esos en los que las armas y los uniformes eran sustituidos por libros para dar apariencia de normalidad cuando eran visitados por las agencias internacionales.

A los ocho años disparó su primer tiro, y después de casi un lustro como niño-soldado, Jal caminó cientos de kilómetros hasta la zona del alto Nilo. Allí conoció a Emma McCune, miembro de una ONG británica, famosa por su matrimonio con Riek Machar, el comandante rebelde que llegó a vicepresidente de Sudán. Jal cuenta que Emma se encariñó con él y que lo sacó clandestinamente del país en un avión de carga con destino a Nairobi, en Kenia. ¿Suena a cuento de hadas? Puede, pero el final no fue plenamente feliz: McCune (su historia se cuenta en el libro Emma's War, de Deborah Scroogins, y está siendo llevada al cine por Ridley Scott, con Nicole Kidman como protagonista) murió en un accidente en 1993, y Emmanuel volvió a quedar huérfano.

En 1998, Jal comenzó a cantar. Fundó varios grupos musicales y organizó conciertos en favor de los refugiados y los niños sin hogar. Hoy, el rapero es el portavoz de la Coalition To Stop The Use Of Children Soldiers. La BBC lo ha nominado para los Award World Music de 2006, junto con Ali Farka Touré, Amadou y Mariam y Lura.

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