El homicida de Correos ya amenazó hace un mes a sus colegas con la escopeta cargada

Ramírez siguió trabajando junto a sus compañeros a pesar de lo ocurrido

Manuel Ramírez Torrecilla, el vigilante de 35 años que mató a dos compañeros el pasado lunes y que después se voló la cabeza, ya había amenazado a sus colegas un mes antes con la misma escopeta con la que cometió los homicidios. Ramírez, que trabajaba en la antigua sede de Correos como vigilante, se presentó el pasado 16 de diciembre con el arma en su turno de trabajo y amenazó con ella a sus compañeros. El incidente provocó que ocho trabajadores firmaran un escrito pidiendo a Orma Seguridad el traslado urgente de Ramírez. Pero éste no dejó la empresa hasta el 27 de diciembre, y de manera volu...

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Manuel Ramírez Torrecilla, el vigilante de 35 años que mató a dos compañeros el pasado lunes y que después se voló la cabeza, ya había amenazado a sus colegas un mes antes con la misma escopeta con la que cometió los homicidios. Ramírez, que trabajaba en la antigua sede de Correos como vigilante, se presentó el pasado 16 de diciembre con el arma en su turno de trabajo y amenazó con ella a sus compañeros. El incidente provocó que ocho trabajadores firmaran un escrito pidiendo a Orma Seguridad el traslado urgente de Ramírez. Pero éste no dejó la empresa hasta el 27 de diciembre, y de manera voluntaria.

El homicida entró al atardecer del 16 de diciembre en el edificio de Correos con la escopeta de repetición con la que casi un mes después, el 9 de enero, volvería para matar a dos de sus compañeros, dejar malherida a otra vigilante y suicidarse.

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Ramírez llegó ese día a su turno de trabajo, el de noche, con el arma de caza en la mano. Delante de sus compañeros la cargó, se paseó tan tranquilo y les amenazó con ella, según explicaron fuentes de la investigación. "Después, se empeñó en guardar la escopeta en su taquilla, pero sus compañeros le dijeron que eso estaba prohibido, que tenía que sacarla del edificio, pero él se negó y la guardó en su taquilla", señalaron desde la investigación.

El homicida quería amedrentar a los otros guardas porque son los propios vigilantes los que se encargan de confeccionar el cuadrante de los horarios. Y Ramírez se quejaba de que siempre le tocaba trabajar los festivos, cuando él lo que quería era librar para poder irse de caza a su pueblo, La Adrada (Ávila). El día que se presentó por primera vez con la escopeta fue porque sus compañeros habían estado intentando cuadrar los turnos para las Navidades pasadas.

El incidente de la escopeta hizo que el resto de vigilantes se movilizase para pedir que trasladasen a Ramírez. Orma tenía a 10 personas, incluido al homicida, vigilando las obras de reforma de Correos, próxima sede del Ayuntamiento de Madrid. De los 10 trabajadores, ocho firmaron un texto pidiendo el traslado de Ramírez. "Tan sólo uno se negó a firmar porque decía que conocía el carácter de este vigilante y que le tenía miedo", afirmaron fuentes de la investigación.

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Finalmente, los ocho trabajadores presentaron el escrito con sus firmas a Orma Seguridad el día 22 de diciembre por la mañana, según las fuentes consultadasLos trabajadores tardaron siete días en escribir el informe de protesta contra Ramírez y en recoger las ocho firmas porque tenían turnos distintos y muchas veces no coincidían.

Fue Manuel Montañés, de 52 años, uno de los dos asesinados, el que escribió a mano el documento que los empleados presentaron a Orma Seguridad. Este periódico intentó lograr ayer en reiteradas ocasiones, sin éxito, una versión de la empresa de seguridad.

Orma Seguridad reconoció en un comunicado el día de los asesinatos que los ocho trabajadores habían pedido por escrito el 22 de diciembre la retirada del servicio de Manuel Ramírez "por considerarle un individuo conflictivo y manifestar, a criterio de estos operativos [vigilantes], una falta clara de deontología profesional". Era una manera muy sutil de referirse al incidente de la escopeta del pasado 16 de diciembre, cuando Ramírez amenazó por primera vez con un arma cargada a sus compañeros.

Tras recibir el escrito de queja, los responsables de Orma Seguridad llamaron a Ramírez para explicarle que ocho de sus compañeros habían presentado el citado documento. Pero el homicida negó tajantemente los hechos y los atribuyó a que el resto le tenía "manía". El vigilante de seguridad, a su vez, presentó denuncia en la comisaría de Retiro contra sus compañeros porque consideraba que eran ellos quienes le acosaban y se reían de él.

Pero a pesar de que Ramírez se había presentado con un arma de fuego en su lugar de trabajo, Orma Seguridad no presentó denuncia a la policía, ni retiró a Ramírez del servicio, según fuentes de la investigación.

Éste siguió trabajando con sus compañeros -sabiendo además que éstos le habían denunciado ante la empresa- hasta el día 27 de diciembre. Ese día presentó la baja voluntaria, según Orma Seguridad. "Los trabajadores, desde que Ramírez se había presentado con el arma [el 16 de diciembre], estaban asustadísimos. Hasta que se dio de baja voluntaria fueron días muy tensos y de nervios", señalaron las fuentes consultadas.

El vigilante trabajó para Orma Seguridad desde el 19 de noviembre hasta el 27 de diciembre. El 9 de enero, Ramírez volvió a presentarse en Correos para consumar su venganza. Mató con su escopeta a Juan Pedro Jiménez Ortega, de 49 años, que le salió al paso y a Manuel Montañés Riesco, de 52. Dejó, además, malherida a Inés García Pedregosa, de 50 años.

Los problemas de Ramírez con sus compañeros comenzaron casi desde el principio. Convenció a Montañés para que éste le comprase unos prismáticos de su propiedad. Este último, delante de sus compañeros, le dijo al homicida que le pagaría cuando llegase la paga extra. Pero un día, y de forma totalmente inesperada, Ramírez se encaró violentamente con Montañés. Le exigió, fuera de sí, el dinero de los prismáticos de inmediato. Los presentes se asustaron.

Con un machete

Estos incidentes no fueron los únicos que enfrentaron al homicida con el resto de vigilantes. Otro día del mes de diciembre, Ramírez se presentó a trabajar en la antigua sede de Correos "con un machete de doble filo, con el que amenazó a un trabajador", explicaron desde la investigación.

Ramírez supuestamente había trabajado antes en otra empresa de seguridad de las afueras de Madrid, donde también habría tenido problemas.

Las quejas de los empleados no terminaron ahí. Ramírez se negaba a salir de guardia: se quedaba sentado dentro del edificio y no quería pasear por el inmueble para hacer la ronda. Y todo lo imponía de manera agresiva. Aunque no siempre era así. "El homicida se comportaba de forma conflictiva esporádicamente. Cuando estaba normal, no había problemas. Los empleados incluso tomaban la cena con él", explicaron desde la investigación. "Pero cuando le daba por ponerse agresivo, era muy contundente, muy peligroso", agregaron.

Fuentes del caso señalaron que quizá la intención de Ramírez era matar a los ocho trabajadores que habían firmado contra él. Cuando el homicida había disparado ya contra tres de sus ex compañeros, se encontró con un cuarto, que le suplicó de rodillas que no le matase. El homicida le miró a los ojos, desistió y fue entonces cuando se voló la cabeza. "Ramírez fue a Correos a las 18.19. A las siete de la tarde es cuando entra el segundo turno de vigilantes, pero los empleados suelen llegar antes para ponerse el uniforme. Algunos trabajadores salvaron la vida porque llegaron 10 minutos después de lo ocurrido", señalaron.

Por otra parte, Inés García Pedregosa, la mujer que sufrió seis disparos en el hemitórax derecho, sigue ingresada en el hospital Gregorio Marañón. Pero los médicos dieron ayer su visto bueno para su traslado, desde la Unidad de Reanimación, a una habitación en planta.

García, que ayer recibió la visita de varios familiares, evoluciona favorablemente y su estado es leve, según fuentes del centro hospitalario.

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