Un ex vigilante mata a tiros a dos compañeros y se suicida en la sede de Correos de Madrid

Otra guardia de seguridad, herida grave tras recibir seis impactos en el tórax

Manuel Ramírez Torrecilla, ex vigilante de la empresa de seguridad Orma, mató ayer a dos de sus ex compañeros que custodiaban las obras en la antigua sede central de Correos en la plaza de Cibeles de Madrid, y luego se voló la cabeza. El ex guarda, de 35 años, aparcó de mala manera su coche junto a la entrada al edificio de la calle de Montalbán y, sin mediar palabra, disparó con una escopeta de repetición contra tres vigilantes que le salieron al paso. Sólo una mujer sobrevivió, a pesar de recibir seis impactos. La empresa atribuye la acción de Ramírez a "un problema personal".

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Manuel Ramírez Torrecilla, ex vigilante de la empresa de seguridad Orma, mató ayer a dos de sus ex compañeros que custodiaban las obras en la antigua sede central de Correos en la plaza de Cibeles de Madrid, y luego se voló la cabeza. El ex guarda, de 35 años, aparcó de mala manera su coche junto a la entrada al edificio de la calle de Montalbán y, sin mediar palabra, disparó con una escopeta de repetición contra tres vigilantes que le salieron al paso. Sólo una mujer sobrevivió, a pesar de recibir seis impactos. La empresa atribuye la acción de Ramírez a "un problema personal".

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Los pocos testigos de los hechos vieron cómo, sobre las 18.19, un hombre aparcaba de forma brusca un Renault Scenic plateado a la entrada del pasadizo para vehículos que da a la calle de Montalbán, muy cerca de la esquina con la calle de Alcalá, hasta donde también conduce el patio a través de otro pasadizo. El ex vigilante se bajó con una canana a la cintura repleta de munición y una escopeta de caza Franchi de repetición, cuyo calibre no ha sido especificado.

Ramírez fue directamente hacia el interior del patio. Primero se encontró con el vigilante de la garita de la citada entrada, que estaba cerrada con una verja, que al verle llegar le salió al paso. "¿Adónde vas?", fueron las últimas palabras del trabajador que hacía de portero, Juan Pedro Jiménez Ortega, de 49 años, antes de que Ramírez le disparase a bocajarro. El hombre recibió entre seis y siete impactos, que le dieron en el cuello y en la cara. Murió en el acto.

Al oír los disparos, otros dos trabajadores, un hombre y una mujer, salieron por una puerta lateral, con una escalerilla, para ver qué ocurría. Ramírez se los encontró de frente, casi en fila india, y abrió fuego contra ellos en repetidas ocasiones, alcanzándolos en varias partes del cuerpo.

A bocajarro

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El hombre, Manuel Montañés Riesgo, de 50 años, recibió un tiro en el estómago, con orificio de entrada y salida. Cuando llegaron los servicios de emergencia hasta la vieja sede de Correos, lo encontraron en parada cardiorrespiratoria y, aunque lograron recuperarle y trasladarle aún con vida al Hospital Clínico, falleció nada más ingresar.

La mujer, Inés García Pedregosa, de 49 años, recibió seis impactos en el hemitórax derecho, y fue trasladada hasta el hospital Gregorio Marañón, donde quedó ingresada en estado grave, aunque no se teme por su vida. Los tres tiroteados quedaron en el suelo, mientras otro vigilante y un trabajador de las obras del edificio veían estupefactos la escena.

El ex vigilante dio unos pasos más por el patio del Palacio de Telecomunicaciones, en obras para reconvertirlo en la nueva sede del Ayuntamiento de Madrid, y se mató de un disparó en la cabeza. Ramírez Torrecilla había trabajado en la empresa Orma entre el 19 de noviembre y el 27 de diciembre, día en que se dio de baja voluntaria, según un comunicado de la compañía. Ésta atribuyó la acción de su ex empleado a "un problema personal" y aclaró que nunca dio muestras de "problemas psicológicos ni trastorno psíquico alguno", que su comportamiento durante el proceso de selección fue "absolutamente normal" y que no había sido despedido ni había tenido conflicto alguno.

"Estamos destrozados con la desgracia que ha ocurrido y todavía hay compañeros nuestros allí", aseguró la persona de Orma que atendió la llamada de este diario. Fuentes de la empresa aseguraron que Ramírez había trabajado en el citado edificio con las tres personas contra las que disparó. Un testigo aseguró que, antes de despedirse, Ramírez había prometido volver para resolver algún problema, sin precisar cuál.

La policía ignora por el momento cuál ha sido el móvil de la actitud de Ramírez, pero sospecha que su intención inicial era otra. El hecho de que el vigilante llevara en su coche varias cananas más repletas de munición les hace pensar que quizás pretendiera hacerse fuerte en el edificio, para cursar algún tipo de reclamación.

Ramírez, de nacionalidad española y sin antecedentes penales, vivía en una pensión, según sus ex compañeros de trabajo. Hasta ahora había superado con éxito las pruebas del Ministerio del Interior que le habilitaban para ejercer de vigilante y de escolta de seguridad privado. Orma precisó ayer que el servicio que había realizado en el edificio de Correos era sin armas.

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