Columna

Perplejos

Suponga usted que, por arte de birlibirloque, una noche conoce a Cervantes, Quevedo y Torres Villarroel en Chicote en un agasajo postinero. Tras las presentaciones oportunas, usted se queda perplejo y no sabe qué decir ni a don Miguel ni a don Francisco ni a don Diego.

Entonces vuesa merced saca el móvil de última generación que le trajeron los Reyes Magos y perpetra una foto histórica para abrir boca. Ellos alucinan, se interesan por el artilugio y posan de nuevo para la posteridad brindando con cava catalán y cantando Asturias, patria querida. Usted se percata de la exclusiva que tien...

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Suponga usted que, por arte de birlibirloque, una noche conoce a Cervantes, Quevedo y Torres Villarroel en Chicote en un agasajo postinero. Tras las presentaciones oportunas, usted se queda perplejo y no sabe qué decir ni a don Miguel ni a don Francisco ni a don Diego.

Entonces vuesa merced saca el móvil de última generación que le trajeron los Reyes Magos y perpetra una foto histórica para abrir boca. Ellos alucinan, se interesan por el artilugio y posan de nuevo para la posteridad brindando con cava catalán y cantando Asturias, patria querida. Usted se percata de la exclusiva que tiene entre manos, se le ponen los ojos como dólares y llama a un amigo paparazzi. El fotógrafo contesta: "Te convendría dejar de beber, Juanito, o hacer más suaves las resacas".

Los periodistas controlan la actualidad, pero no se fían un pelo de lo sublime, son materialistas históricos. Juanito pasó de la prensa, se metió en el frenesí y comunicó a sus interlocutores: "Miren ustedes, les voy a notificar brevemente cómo va el mundo. Toda la información se la copiaré en CD-ROM. Supongo que dispondrán ustedes de ordenador digital con pantalla líquida, ADSL, hardware, software, módem, RAM, ROM, escáner, CPU, GPS, MSN, lector de MP3, frames, chips, webs, gigas, bits, windows, on, off, Google...".

"¿Pero qué dice este desventurado?", gruñó don Diego. "¿Dónde estamos?", musitó don Francisco. "En un lugar de la Mancha... Acaso en un lugar de Wyoming", susurró Cervantes. Se fueron los tres juntos a los lavabos, vaya usted a saber para qué. Al salir lucían esplendorosos. Y va don Francisco de Quevedo y manifiesta: "Señor don Juanito (o como se llame vuesa merced), nos vemos en la obligación de manifestar, en nombre de todos los clásicos, que están acabando ustedes con la lengua castellana. Nosotros observamos perplejos la agonía. Hemos llegado a esta melancólica constatación: es usted un perfecto cateto; le conviene arrejuntarse cuanto antes con una hipotenusa informática y digital. Pero hay que saber latín para eso; ustedes también están acabando con el latín.

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