OPINIÓN DEL LECTOR

Quiero a mi hija

Sin apenas darme cuenta, aquí me encuentro engrosando la cada vez más concurrida lista de ciudadanos privados de una parte de su vida afectiva tras haber sufrido una ruptura traumática de su relación conyugal. He perdido mi relación de años pero, sobre todo, estoy perdiendo demasiado tiempo para compartirlo con mi hija, por cuya tutela peleo en los juzgados en una batalla desigual. Soy hombre y culpable de vivir en este preciso momento.

Es difícil encajar lo ocurrido. Un día tu mujer te acusa de maltrato psicológico y te echa de casa con una orden de alejamiento. Y aunque finalmente, ta...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Sin apenas darme cuenta, aquí me encuentro engrosando la cada vez más concurrida lista de ciudadanos privados de una parte de su vida afectiva tras haber sufrido una ruptura traumática de su relación conyugal. He perdido mi relación de años pero, sobre todo, estoy perdiendo demasiado tiempo para compartirlo con mi hija, por cuya tutela peleo en los juzgados en una batalla desigual. Soy hombre y culpable de vivir en este preciso momento.

Es difícil encajar lo ocurrido. Un día tu mujer te acusa de maltrato psicológico y te echa de casa con una orden de alejamiento. Y aunque finalmente, también en los juzgados, se demuestra la falsedad de su testimonio, yo sólo puedo estar con mi hija de vez en cuando. Ella ha roto nuestra pareja -resulta que había un tercero- y con ella la empresa que pusimos en marcha. Ahora estoy en paro, con escasísimos recursos económicos, desamparado y atónito al comprobar cómo te cambian la vida en un día.

Quede claro que estoy a favor de la protección que se les da a las mujeres que sufren maltratos, pero hay que denunciar también que esas leyes se están convirtiendo en un arma para mujeres de clase social media-alta que pueden pagar una abogada sin escrúpulos en utilizar dichas leyes para deshacerse del marido "quemado" y sustituirlo por un amante más joven, sabiendo de antemano que, con facilidad, la ley les otorgará directamente la custodia de los hijos y, por añadidura, el domicilio familiar, una pensión, los bienes gananciales, etc. La justicia debería ser simplemente justicia, asexual, sin beneficiar a ninguno de los dos sexos sólo por su condición.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En