Crítica:CRÍTICA

Fantasías orientales

Viene de inaugurar la última edición del exigente festival de Venecia y de ganar algún premio técnico en Sitges. Es la última criatura de Tsui Hark, el gran especialista en lo que los chinos llaman wuxia, esa mezcla de artes marciales y cine fantástico que tuvo, al menos en Occidente, su consagración con Tigre y dragón. Mezcla, en un cóctel medido aunque a veces pelín indigesto, viejas historias milenarias con espadas mágicas, caballeros implacables y malvados tremebundos con referencias que a ningún cinéfilo se le pueden escapar, como las evidentes concomitancias con ese clásico que es...

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Viene de inaugurar la última edición del exigente festival de Venecia y de ganar algún premio técnico en Sitges. Es la última criatura de Tsui Hark, el gran especialista en lo que los chinos llaman wuxia, esa mezcla de artes marciales y cine fantástico que tuvo, al menos en Occidente, su consagración con Tigre y dragón. Mezcla, en un cóctel medido aunque a veces pelín indigesto, viejas historias milenarias con espadas mágicas, caballeros implacables y malvados tremebundos con referencias que a ningún cinéfilo se le pueden escapar, como las evidentes concomitancias con ese clásico que es Los siete samuráis de Akira Kurosawa.

Pero, por encima de cualquier otra cosa, Siete espadas es una colorista, a ratos muy eficaz, peripecia de acción que enfrenta a seis hombres y una mujer con un feroz amante despechado y su ejército; un siniestro truhán que cobra a tanto la cabeza de campesino limpiamente arrancada de su tronco. Y con este tipo de cine, es bien sabido, no caben más sutilezas que el respeto a las reglas del gran espectáculo, y poco más.

SIETE ESPADAS

Dirección: Tsui Hark. Intérpretes: Donnie Yen, Leon Lai, Charlie Young, Sun Honglei, Lu Yi. Género: fantástico, Hong Kong-China- Corea del Sur, 2005. Duración: 147 minutos.

Que por cierto, y salvo en el desconcertante inicio del gran duelo final, se respetan a rajatabla. En ese momento, y sólo en ése, se produce un sorprendente enfriamiento de la tensión dramática mediante la inserción de varios saltos temporales que explican la historia de los guerreros... una carencia que hasta entonces tenía al respetable perfectamente indiferente. Pero, en la suma final, Siete espadas se revela un eficaz vehículo para pasar un buen rato de entretenimiento, sin mayores complejidades filosóficas ni psicológicas. Y por si fuera poco, logra hacer que el público ni se dé cuenta de que está ante una película que llega casi a las dos horas y media de duración... casi una proeza, vaya.

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