Crítica:

La imagen del otro

Hay una larga historia detrás de la relación entre fotografía y etnología, que arranca casi simultáneamente con la aparición de ambas disciplinas en el siglo XIX. Un intenso recorrido que ha ido delimitando los contornos de una práctica en la que el fotógrafo equilibra la dimensión estética de su trabajo con la intención documental, hasta hacer de la fotografía un instrumento básico de aproximación al otro. De hecho, el fotógrafo es siempre un observador minucioso del mundo, pero cuando se aplica a registrar y transmitir la imagen del otro, de lo que nos es ajeno o extraño, se convierte...

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Hay una larga historia detrás de la relación entre fotografía y etnología, que arranca casi simultáneamente con la aparición de ambas disciplinas en el siglo XIX. Un intenso recorrido que ha ido delimitando los contornos de una práctica en la que el fotógrafo equilibra la dimensión estética de su trabajo con la intención documental, hasta hacer de la fotografía un instrumento básico de aproximación al otro. De hecho, el fotógrafo es siempre un observador minucioso del mundo, pero cuando se aplica a registrar y transmitir la imagen del otro, de lo que nos es ajeno o extraño, se convierte también en un mediador que nos acerca lo lejano, aquello que desconocemos. Cómo ejerce esa mediación es un asunto determinante que tiene que ver con el punto de vista y con la mirada del fotógrafo.

CARLOS DÍEZ POLANCO

'Kunas'

Casa de América

Paseo Recoletos, 2. Madrid

Hasta el 4 de diciembre

En este contexto se sitúa la exposición de Carlos Díez Polanco, que tiene una extensa trayectoria dedicada a ahondar en diferentes aspectos de los países iberoamericanos.

En esta ocasión se ha acercado a los kuna, una antigua comunidad del Caribe panameño que cuenta con apenas 35.000 miembros, donde la propiedad de la tierra es colectiva y en la que la mujer participa activamente en la vida política. Coherente con la función de mediador que antes reseñaba, en este trabajo hay un esfuerzo de descripción que no cae en ningún momento en el exotismo o en el voyeurismo. Su mirada no se centra así en resaltar o recalcar lo que nos hace diferentes de los kuna sino en transmitirnos su cotidianeidad.

Son imágenes asentadas en un tiempo largo, con una atmósfera en la que predomina la armonía y la distensión, sin duda, aquella que corre el riesgo de desaparecer cuando no se toma conciencia de la alteridad. De hecho, ésa es la principal función del fotógrafo cuando se aplica a la tarea de etnógrafo: permitirnos un mejor conocimiento de nosotros mismos a través del conocimiento del otro y permitirnos valorar lo que hemos perdido o lo que podemos destruir.

Niños kuna, fotografiados por Carlos Díez Polanco.

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