Tribuna:

Vuelve la aversión al riesgo

El mes de octubre ha sido de lo más agitado para los fondos de inversión, tanto de renta fija como de renta variable. Los movimientos han sido más llamativos en estos últimos ya que, desde que el 4 de octubre el índice Ibex 35 marcara un máximo cercano a 11.000, los fondos de renta variable española han perdido un 4,3% en promedio (aunque no han sido los peor parados: los que invierten en acciones de empresas de Europa del Este han tenido pérdidas del 11,5%). Incluso, los que se especializan en un sector tan defensivo como el de agua, gas y electricidad han acumulado un 7,7% de pérdida media....

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El mes de octubre ha sido de lo más agitado para los fondos de inversión, tanto de renta fija como de renta variable. Los movimientos han sido más llamativos en estos últimos ya que, desde que el 4 de octubre el índice Ibex 35 marcara un máximo cercano a 11.000, los fondos de renta variable española han perdido un 4,3% en promedio (aunque no han sido los peor parados: los que invierten en acciones de empresas de Europa del Este han tenido pérdidas del 11,5%). Incluso, los que se especializan en un sector tan defensivo como el de agua, gas y electricidad han acumulado un 7,7% de pérdida media.

Los fondos de renta fija, por comparación, han disfrutado de una vida algo más tranquila, aunque no a la altura del comportamiento exento de peripecias que todavía muchos partícipes de fondos esperan de ellos.

Desde el 5 de octubre, los que acumulan mayores pérdidas son los que se considera que son, por su grado de riesgo, más próximos a la renta variable: fondos que invierten en deuda de gobiernos y empresas de países emergentes (-2%). Sin embargo, tampoco han escapado intactos los de renta fija a largo plazo de la Eurozona, a pesar de que en sus carteras haya mucha deuda pública (-0,5%). En fin, que ninguna clase de fondos se ha librado de la quema

¿A qué se ha debido todo ello? Existe una respuesta de uso común: se ha incrementado la aversión al riesgo, algo que suele traducirse en términos prácticos en que quienes desean invertir demandan una prima de riesgo (es decir, un plus de rentabilidad) mayor.

El problema es que, con esta respuesta, lo único que se ha conseguido es suscitar otra pregunta: ¿y por qué se ha incrementado la aversión al riesgo?

Aquí la respuesta ya no puede ser tan breve ni tan nítida. Si se echa un vistazo a los comentarios especializados, parece que el principal motivo del incremento de la aversión al riesgo es el temor a un repunte de la inflación causado por la subida de los precios del petróleo. Sin embargo, los precios del petróleo hace ya 15 meses que están por encima de sus máximos históricos sin que los mercados de renta fija o variable se sintieran muy amenazados. ¿Por qué se desata ahora ese temor?

No existe una respuesta clara. Podría pensarse en la acumulación de tantos meses con precios elevados del petróleo; o, quizá, en que ya empieza a notarse la subida de los precios en la evolución del IPC general (aunque no en la inflación subyacente). Pero, ¿por qué los mercados no lo han descontado o anticipado antes? (de hecho, durante meses han temido más el daño a la actividad económica; eso explica que los fondos de renta fija hayan proporcionado rentabilidades medias de 4,6% en los 12 meses últimos).

Ante la llegada de una nueva teoría, en la Francia de provincias solían mostrar su escepticismo preguntándose si se trataría de un nuevo descubrimiento científico o, simplemente, de un "fenómeno parisiense". Hasta dentro de unos meses tampoco estaremos seguros de si la inflación es un fenómeno permanente o una explicación ad hoc.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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