Fomento de la lectura
Gracias, señor Gallardón, por el fomento de la lectura en su ciudad, por los espacios libres de aparcamiento y por el mantenimiento de la flora y fauna de la capital.
Le doy todas estas gracias por el encono y vigilancia de sus controladores de la ORA, que, parapetados tras los setos y árboles de la Castellana, merodean cerca de una librería y aprovechan en los escasos nueve minutos que empleé en dejar aparcado el coche, con la ventanilla medio abierta y los intermitentes puestos, entrar en dicho establecimiento, preguntar a la vendedora dónde estaba el libro que buscaba y esperar turno...
Gracias, señor Gallardón, por el fomento de la lectura en su ciudad, por los espacios libres de aparcamiento y por el mantenimiento de la flora y fauna de la capital.
Le doy todas estas gracias por el encono y vigilancia de sus controladores de la ORA, que, parapetados tras los setos y árboles de la Castellana, merodean cerca de una librería y aprovechan en los escasos nueve minutos que empleé en dejar aparcado el coche, con la ventanilla medio abierta y los intermitentes puestos, entrar en dicho establecimiento, preguntar a la vendedora dónde estaba el libro que buscaba y esperar turno de dos personas para abonar su importe, para colocarme en el parabrisas, como vil cagada de paloma, una notita blanca por 42 euros, igual que a otra conductora que, llegando después que yo y teniéndola delante en la fila, se encontró otra nota por el mismo importe.
Vaya recaudación (84 euros en nueve minutos). La pagaré religiosamente, pero espero que sirva para que sus controladores amplíen su campo de visión y puedan pasarle nota de la cantidad de automóviles abandonados que están sin recoger; otros con el cartel de Se vende que prometió erradicar y sobre todo que controlen el aparcamiento en doble y triple fila que se forma en restaurantes y marisquerías que abundan por la zona