Un penoso quiero y no puedo
Que Juan Pinzás se considera injustamente tratado no sólo por crítica y espectadores, que han dado olímpicamente la espalda a sus anteriores esfuerzos por demostrar que es un director de cine con toda la barba, parece fuera de lugar cuando se ve este El desenlace; no en vano, uno de los personajes principales del filme es un director maldito (Sancho), "más apreciado fuera que en su país": ahí nuestro hombre se está mirando en un espejo. Y se mira en otro cuando reivindica que su cine es el eslabón hispano del nórdico y sobado dogma de Lars von Trier y Thomas Vintenberg ¡y logra que ésto...
Que Juan Pinzás se considera injustamente tratado no sólo por crítica y espectadores, que han dado olímpicamente la espalda a sus anteriores esfuerzos por demostrar que es un director de cine con toda la barba, parece fuera de lugar cuando se ve este El desenlace; no en vano, uno de los personajes principales del filme es un director maldito (Sancho), "más apreciado fuera que en su país": ahí nuestro hombre se está mirando en un espejo. Y se mira en otro cuando reivindica que su cine es el eslabón hispano del nórdico y sobado dogma de Lars von Trier y Thomas Vintenberg ¡y logra que éstos se lo reconozcan, lo que son las cosas!
Pero conviene aclarar de una vez por todas el entuerto: las películas de Pinzás se parecen a las de los ilustres daneses sólo en que tienen actores que hablan y parecen contar una historia, y nada más.
EL DESENLACE
Dirección: Juan Pinzás. Intérpretes: José Sancho, Beatriz Rico, Javier Gurruchaga, Carlos Bardem, Isabel de Toro. Género: drama. España, 2005. Duración: 107 minutos.
Porque lo que es allá contención, dominio del oficio y denuncia social despiadada, arteramente vendida como cine rompedor y no domesticado, aquí se convierte en una pura vacuidad, en un recital de gritos destemplados y supuestos guiños cinéfilos y culturales que no llevan a ninguna parte; en un penoso quiero y no puedo al que se suman, con profesionalidad tal vez nunca bien reconocida, algunos ilustres del cine español (en esto sí que hay un avance con respecto a los títulos anteriores de nuestro hombre); más allá de esto no queda, como en Von Trier y en Vintenberg, ni la provocación, ni el desasosiego: no queda sencillamente nada que no sea hastío.