Reportaje:

Aliviar la conmoción de una tragedia

Un grupo de 15 psicólogos especializados en desastres aporta sosiego anímico ante situaciones críticas en Andalucía oriental

El mazazo de una tragedia puede mitigarse. El primer escudo para las víctimas y sus familiares es vital, y con él deben asimilar que ellos son los protagonistas pero que lo ocurrido no es una película. Para reaccionar ante el caos momentáneo de las primeras 48 horas, ayudarles a canalizar las emociones, y aceptar lo ocurrido, acuden los psicólogos especializados en desastres y emergencias. "La cultura de la represión de sentimientos es nefasta. Hay que facilitarles que expresen su ira y tristeza", explica Francisca Marín, que coordina el grupo de psicólogos especializados en desastres desde Má...

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El mazazo de una tragedia puede mitigarse. El primer escudo para las víctimas y sus familiares es vital, y con él deben asimilar que ellos son los protagonistas pero que lo ocurrido no es una película. Para reaccionar ante el caos momentáneo de las primeras 48 horas, ayudarles a canalizar las emociones, y aceptar lo ocurrido, acuden los psicólogos especializados en desastres y emergencias. "La cultura de la represión de sentimientos es nefasta. Hay que facilitarles que expresen su ira y tristeza", explica Francisca Marín, que coordina el grupo de psicólogos especializados en desastres desde Málaga.

Estos psicólogos actúan sólo en casos extremos que suelen producirse en la comunidad al menos una vez al año. Irene Ruiz, Silvia Fernández y Amelia González relatan a coro el consuelo que sintieron los familiares de los nueve malagueños, entre ellos tres bebés, desaparecidos al precipitarse su avión al mar tras despegar de Madeira (Portugal) hace dos años.

La tragedia de la riada en Biescas (Huesca) en 1997 fue el detonante que reveló a nivel nacional la necesidad de atender a las víctimas tras un desastre siempre inesperado. Un año después se formó el grupo de 15 psicólogos que actúan en Andalucía oriental, y que desde el próximo enero se ampliará a 40 miembros que acudirán también a socorrer emergencias más leves, gracias a un acuerdo con el 061.

Marín y sus compañeros están alerta para atenuar el dolor de las víctimas durante dos días, aunque durante el mes siguiente les realizan un seguimiento para ver su evolución. Los síntomas varían desde la depresión hasta la ansiedad y las pesadillas. "Te ofreces y hay muy pocos que rechacen la descarga emocional. Entre el caos de políticos y prensa ellos necesitan contarte", relata Ruiz. Una intervención a tiempo a menudo evita que en el duelo posterior, que puede durar hasta dos años, las víctimas sufran estrés postraumático y duelo patológico. Los psicólogos ejercen su ayuda de manera altruista y gracias a la colaboración con la Facultad de Medicina o el Instituto Anatómico Forense. Al mismo tiempo, ellos ofrecen cursos a los grupos intervencionistas: bomberos y personal sanitario que acuden antes que nadie a las tragedias.

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