El corte de parte de la Castellana por los Mundiales de Ciclismo colapsa Madrid

El enorme paseo sin coches sólo sirvió para que entrenasen unos deportistasMuchos juicios no se celebraron porque el juez o el secretario estaban atrapados en el coche

El corte de parte del paseo de la Castellana a causa de los Mundiales de Ciclismo provocó ayer un descomunal atasco de tráfico que se inició sobre las siete de la mañana y se prolongó prácticamente durante todo el día. El colapso -con los vehículos parados en algunos momentos- afectó principalmente al norte de la ciudad, aunque sus efectos se extendieron a toda la capital. El infierno de miles de conductores empezó sobre las siete de la mañana en la plaza de Castilla. Después, se produjo el "efecto cremallera": el atasco se extendió como una mancha de aceite.

El colapso, que duró al men...

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El corte de parte del paseo de la Castellana a causa de los Mundiales de Ciclismo provocó ayer un descomunal atasco de tráfico que se inició sobre las siete de la mañana y se prolongó prácticamente durante todo el día. El colapso -con los vehículos parados en algunos momentos- afectó principalmente al norte de la ciudad, aunque sus efectos se extendieron a toda la capital. El infierno de miles de conductores empezó sobre las siete de la mañana en la plaza de Castilla. Después, se produjo el "efecto cremallera": el atasco se extendió como una mancha de aceite.

El colapso, que duró al menos 12 horas, se contagió desde la plaza de Castilla al nudo norte, y de éste, al de Manoteras. Como ninguno de éstos absorbía coches, las carreteras que confluyen en ellos empezaron a taponarse. Los vehículos quedaron atrapados en la M-30, la M-40, la A-1 (autovía de Burgos) y la M-607 (autovía de Colmenar Viejo).

Los peores presagios de Javier Conde, director del Área de Movilidad municipal, se cumplieron con creces. El Ayuntamiento había alertado sobre el cierre al tráfico de la Castellana desde ayer, pero no eso fue suficiente para evitar el atasco. Miles de conductores quedaron atrapados en interminables retenciones, de las que no podían salir, mientras unos pocos ciclistas se entrenaban a sus anchas en los carriles centrales de la Castellana (ayer no había pruebas deportivas en este enorme circuito).

A la vez, también hubo atascos en la zona este de la M-30 (cerca del puente de Ventas), donde ya el jueves hubo un enorme tapón a causa de una pequeña desviación ocasionada por las obras en ese tramo de la autovía.

Las alternativas propuestas por el Ayuntamiento ante el cierre del paseo de la Castellana resultaron inútiles. Al cierre del tramo entre la plaza de Castilla y Nuevos Ministerios se unieron las 67 grandes obras que hay en toda la ciudad, que dificultaron el desplazamiento de los coches.La actividad en Azca era ayer muy intensa en la calle y algo menos en las numerosas oficinas de la zona. El monumental tapón provocó que muchos trabajadores llegaran muy tarde (hasta dos horas de retraso) a sus puestos de trabajo, por lo que la zona estuvo parada parte de la mañana. Muchos juicios de los juzgados de la familia de la calle de Francisco Gervás o los de instrucción de la plaza de Castilla se suspendieron porque un secretario, un juez o un testigo estaban forzosamente recluidos en sus vehículos en algún punto de la capital.

"Estoy harto. Raimundo Fernández Villaverde, cortado. General Perón, cortado. Estoy harto", se quejaba un conductor, desesperado de la inmovilidad forzada.

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El gran atasco empezó en la plaza de Castilla, pero se propagó rápidamente hasta acabar afectando a toda la ciudad. La plaza quedó saturada enseguida. Con el túnel cortado, todo el tráfico que entra por este punto (95.989 vehículos diarios) tenía sólo dos alternativas, y ninguna tiene una gran capacidad de absorción: la calle de Bravo Murillo -repleta de semáforos y cruces- y la avenida de Asturias hacia el oeste; o bien la calle de Mateo Inurria hacia el este.

Antes de las ocho de la mañana la zona estaba ya saturada, pero los coches seguían entrando por el nudo norte, donde confluyen cuatro grandes carreteras: la A-1 (autovía de Burgos, tráfico de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes), la M-607 (Colmenar Viejo y Tres Cantos), M-30 y M-40. Todas estas vías quedaron colapsadas durante gran parte del día. La Dirección General de Tráfico (DGT) informó de que la retención llegó hasta el norte de la M-45, una vía que habitualmente está exenta de atascos, pero que ayer soportó 18 kilómetros de retenciones en ambos sentidos.

Los conductores, según fueron dándose cuenta de la situación, buscaron rutas alternativas, aunque muchos no las tenían, y tuvieron que resignarse a sufrir retenciones interminables en el distrito de Tetuán. Los que se desviaron tampoco tuvieron mejor suerte. El tramo de la M-30 en la avenida de la Ilustración no ofrecía escape posible, y menos aún afectado como está por las obras de reforma.

Durante prácticamente toda la jornada fue imposible circular por Tetuán. Las calles de Orense, Raimundo Fernández Villaverde y General Perón, además de Bravo Murillo, fueron un tapón constante, para desesperación de los conductores. Todas las calles que desembocan en el paseo de la Castellana estaban saturadas.

El atasco se extendió en el espacio y en el tiempo. Por toda la ciudad se oía el sonido de los pitos de los coches. El peor tramo horario fue de siete a once de la mañana, aunque el caos no terminó entonces. Sólo se redujo levemente. A las 19.30 había 50 kilómetros de retenciones en la región. La zona norte de la ciudad seguía colapsada.

La M-40 estuvo impracticable toda la jornada, con trayectos de una hora y cuarto en vez de los habituales 20 minutos, en sentido norte. Para un trayecto desde Nuevos Ministerios hasta la plaza de Oriente era necesario emplear una hora y mediodía. Además, ayer se repitió el atasco de la zona este de la M-30 que colapsó el sentido sur-norte el pasado miércoles. El cierre de la salida desde el tronco central al lateral para coger la A-2 (autovía de Barcelona), a la altura de Ventas, cogió por sorpresa a muchos conductores, al verse sorprendidos por el cartel que avisa del desvío, ocasionando frenazos en cadena.

Motoristas y automovilistas observan con desesperación el paso de un grupo de ciclistas entrenándose cerca de la plaza de Castilla.CLAUDIO ÁLVAREZ

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