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La Gomera

Destellos de una piscina natural en la isla canaria

LAS ALGAS son las verdaderas dueñas de esta piscina natural de La Gomera, un oasis único de líneas rectas en una isla de paisajes fruncidos. La presencia vegetal aumenta la densidad del agua hasta casi parecer que es posible andar sobre ella. En un día nublado, como aquel de mediados de agosto, el espectáculo del reflejo del pálido sol sobre la especular superficie es, como se aprecia en la fotografía, algo digno de ver. Fernando Rial retrató allí a su novia, Marina Díez, la diminuta figura que se adivina a lo lejos. Juntos pasaron cuatro días en una casita rural entre plataneras en Hermigua, ...

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LAS ALGAS son las verdaderas dueñas de esta piscina natural de La Gomera, un oasis único de líneas rectas en una isla de paisajes fruncidos. La presencia vegetal aumenta la densidad del agua hasta casi parecer que es posible andar sobre ella. En un día nublado, como aquel de mediados de agosto, el espectáculo del reflejo del pálido sol sobre la especular superficie es, como se aprecia en la fotografía, algo digno de ver. Fernando Rial retrató allí a su novia, Marina Díez, la diminuta figura que se adivina a lo lejos. Juntos pasaron cuatro días en una casita rural entre plataneras en Hermigua, municipio triangular asentado sobre la cuenca del mismo nombre al norte de la isla canaria. A Fernando le encanta porque recuerda "a las viejas fotografías de Santa Cruz de Tenerife hace 60 años, antes de la masificación". Claro que La Gomera juega con ventaja. Un privilegio que está en la propia naturaleza de la isla. En un trozo volcánico con miles de trampas en el terreno, las dificultades para salvarlas son precisamente las que han favorecido la conservación de su modo de vida único y de una naturaleza poco domesticada.

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