El deseo de cambio domina las elecciones legislativas en Japón

Koizumi gana en popularidad con la promesa de reformar las estructuras políticas del país

Japón ha emprendido la recta final de una campaña electoral en la que todos los partidos aseguran tener la llave del cambio a que aspira la sociedad japonesa. La palabra que más se oye en los mítines es kaikaku (reforma), que, desde los comunistas a los conservadores más recalcitrantes, se pasea por los programas sin que nadie tenga muy claro qué se quiere reformar. El ansia de cambio ha despertado entre los japoneses un inesperado interés político.

La rebelión, en agosto pasado, de una parte del Senado, que suele jugar un mero papel de consejero y comparsa de las decisiones adop...

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Japón ha emprendido la recta final de una campaña electoral en la que todos los partidos aseguran tener la llave del cambio a que aspira la sociedad japonesa. La palabra que más se oye en los mítines es kaikaku (reforma), que, desde los comunistas a los conservadores más recalcitrantes, se pasea por los programas sin que nadie tenga muy claro qué se quiere reformar. El ansia de cambio ha despertado entre los japoneses un inesperado interés político.

La rebelión, en agosto pasado, de una parte del Senado, que suele jugar un mero papel de consejero y comparsa de las decisiones adoptadas por la Dieta (Cámara baja), fue precisamente la que desató estas elecciones anticipadas. La vieja guardia del Partido Liberal Democrático (PLD) se enfrentó a su líder, Junichiro Koizumi, y junto con la oposición impidió la ratificación de la ley para la privatización de los servicios postales, piedra angular en la que se basan las pretendidas reformas de Koizumi. Las encuestas prevén una participación superior en casi 20 puntos al 56,6% de los electores que votó en los comicios del año pasado para renovar la mitad de la Cámara alta.

Al primer ministro no le tembló la mano y, como la Constitución no le permitía arremeter contra el Senado, de un plumazo disolvió la Cámara baja, expulsó del PLD a los 37 diputados que votaron en la Dieta contra su propuesta de reforma postal y convocó las elecciones para el 11 de septiembre. El salto mortal, perfectamente calculado, de Koizumi cogió por sorpresa a su principal rival, el Partido Democrático de Japón, que jamás ha ejercido el poder y cuyo sueño de convertirse en alternativa amenaza con diluirse en el vértigo de esta corta campaña electoral.

En un primer momento pareció que Koizumi se había hecho el haraquiri. Los más avezados analistas hablaron de "suicidio político", pero como un ave fénix renació de las cenizas y las encuestas le dan como favorito en la carrera electoral. Los sondeos publicados el domingo pasado por dos de los periódicos más prestigiosos de Japón, Mainichi y Asahi, sitúan los resultados del PLD por encima de la mayoría absoluta. Asahi le concede 255 diputados y Mainichi entre 248 y 294. La Dieta tiene 480 escaños. El diario Yomiuri, más conservador, limita las ganancias a 220 diputados, lo que obligaría al PLD a renovar su actual coalición de Gobierno con Nuevo Komeito, un partido religioso que contaba con 34 diputados en el Parlamento disuelto.

Akio Takahata, editorialista de Mainichi, asegura que lo que ha levantado la popularidad de Koizumi ha sido su promesa de reformar las estructuras políticas del país, "aunque para ello tenga que hacer añicos el PLD". "En realidad", dice Takahata, "lo que quiere la sociedad es acabar con un modelo que considera obsoleto y corrupto".

La reforma postal, que Koizumi asegura que abordará nada más volver a ganar las elecciones -si las pierde afirma que dimitirá-, es el revulsivo de todo el sistema político japonés. No se trata sólo de cartas y carteros, la Caja Postal tiene unos activos de 2,5 billones de euros (de privatizarse sería el mayor banco del mundo), que escapan a la regulación bancaria, financian la construcción de carreteras, llenan las arcas del PLD y manejan a sus varones, que obtienen, después de sus servicios a la patria, puestos de consejeros en éstas.

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La reforma postal supone el fin de una forma de hacer política. La vieja guardia del PLD lo sabe, por ello se resiste y trata de acabar con un líder que, por primera vez en el más de medio siglo de gobierno continuado del PLD, afirma que primero son los principios y luego el partido.

El líder del Partido Demócrata de Japón, Katsuiya Okada, estrecha la mano de sus simpatizantes ayer en Tokio.EFE

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