DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2005

Caminos desconocidos

En la piel de cualquier ciclista te puedes encontrar, en potencia, a un magnífico guía. No te servirá de mucho si lo que buscas es un guía turístico porque seguramente desconocerá los monumentos, la historia, la gastronomía e incluso la cultura de allí por donde pasa, pero conocerá mejor que muchos paisanos los desniveles, las carreteras, los paisajes aledaños o la forma en la que sopla el viento. Y los hoteles, cómo no.

Si un veterano que lleva en el cuerpo unas cuantas Vueltas y algún que otro Tour es un poco curioso y dedica parte de su tiempo a mirar hacia los lados, tendrá en su me...

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En la piel de cualquier ciclista te puedes encontrar, en potencia, a un magnífico guía. No te servirá de mucho si lo que buscas es un guía turístico porque seguramente desconocerá los monumentos, la historia, la gastronomía e incluso la cultura de allí por donde pasa, pero conocerá mejor que muchos paisanos los desniveles, las carreteras, los paisajes aledaños o la forma en la que sopla el viento. Y los hoteles, cómo no.

Si un veterano que lleva en el cuerpo unas cuantas Vueltas y algún que otro Tour es un poco curioso y dedica parte de su tiempo a mirar hacia los lados, tendrá en su memoria un archivo fotográfico inmensamente variado y que abarcará un amplio espectro, desde la aridez del desierto de Tabernas, en Almería, hasta el apabullante verde de cualquiera de los valles pirenáicos. En efecto, cualquiera de estos ciclistas, ya sean holandeses, belgas o franceses, conocerá mejor España que muchos españoles.

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A mí, con los años, cada vez me atraen más los paisajes vírgenes. Las sierras, las montañas y los valles en los que la huella del hombre es todavía bastante débil. Y, claro, rodar ayer por las rutas del Maestrazgo ha sido todo un descubrimiento. Y me consta que no soy yo el único que ha quedado fascinado por esos valles inmensos y grandiosos fugazmente salpicados por alguna que otra aldea. El colofón a la ruta fue encontrarnos con la magnífica ciudad amurallada de Morella delante de nuestras narices en una perspectiva verdaderamente fascinante.

La verdad es que llevamos una Vuelta plagada de caminos desconocidos. Hemos cruzado Sierra Morena, los montes Universales y el Maestrazgo, sin olvidar que habremos dejado sin pisar pocas carreteras de La Mancha. Yo me siento un poco como Labordeta en sus documentales, aunque bien es cierto que nuestro ritmo es demasiado rápido para sacarle el buen jugo a los caminos. Mis compañeros preguntan y yo respondo... si puedo. En sus preguntas aparecen Don Quijote y el Cid Campeador: ¿realidad o leyenda? Otras son más típicas: ¿y aquí la gente de qué vive? Y las hay hasta curiosas: ¿cómo va a ser ésta zona de melones si cuando yo abro un melón está lleno de agua y aquí no ha caído una sola gota en los últimos cinco meses?

En resumen, que cualquiera de los ciclistas extranjeros, cuando vuelvan a casa y sean preguntados por los tópicos -¡oh!, España, paella, sangría, toros, sevillanas y olé-, mirará con cara de asombro como diciendo: Pues... yo, de eso, qué quieres que te diga. No he visto nada.

Pedro Horrillo es corredor del equipo Rabobank.

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