Irak, Afganistán y las mujeres
En los artículos y editoriales dedicados a la nueva Constitución de Irak -como también los escasos que aparecen sobre Afganistán-, apenas mencionan la preocupante cuestión que afecta por lo menos al 50% de la población: las mujeres. Además de sus notables efectos de destrucción, muerte, empobrecimiento, radiaciones que afectan a la salud, etcétera, la invasión de Irak ha producido un efecto claramente regresivo en lo que respecta a esa mitad de la población.
En el Irak del temible Sadam Husein, las mujeres podían, siempre que sus recursos se lo permitieran, estudiar, trabajar, ir por la...
En los artículos y editoriales dedicados a la nueva Constitución de Irak -como también los escasos que aparecen sobre Afganistán-, apenas mencionan la preocupante cuestión que afecta por lo menos al 50% de la población: las mujeres. Además de sus notables efectos de destrucción, muerte, empobrecimiento, radiaciones que afectan a la salud, etcétera, la invasión de Irak ha producido un efecto claramente regresivo en lo que respecta a esa mitad de la población.
En el Irak del temible Sadam Husein, las mujeres podían, siempre que sus recursos se lo permitieran, estudiar, trabajar, ir por la calle descubiertas, conducir vehículos, llevar una vida similar a la de cualquier mujer en una sociedad contemporánea. Ahora todo eso se ha acabado. La sharia es la fuente principal del derecho que inspira la nueva Constitución y todas las escenas que nos llegan son escenas masculinas, o bien escenas donde las mujeres son invisibles, ocultas bajo un manto negro de pies a cabeza, que sugiere la penosa muerte en vida a la que se ven sometidas.
En Afganistán, la situación es menos clara; sobre el papel han mejorado las cosas, pero al parecer, la realidad sigue siendo doblemente dura para esa mitad de la población, tan olvidada también por ustedes cuando tratan de esos países, como si se tratara de una minoría desdeñable.