Análisis:

Una noche para recordar

Messi dejaba un regalo en cada partido desde que llegó a Barcelona procedente de Rosario con 13 años y 1,43 metros de estatura. A veces era una jugada, en otras un gol y, a menudo, un rato de fútbol tan profundo que la hinchada ya preguntaba por el próximo partido de la pulga. Todavía se recuerda su debut, el año pasado, en el derby y, desde mayo, sus dos remates deliciosos ante el Albacete, uno anulado por el árbitro y otro muy celebrado porque supuso el 2-0 después de una pique que se convirtió en una certera vaselina.

También se cacareó mucho su participac...

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Messi dejaba un regalo en cada partido desde que llegó a Barcelona procedente de Rosario con 13 años y 1,43 metros de estatura. A veces era una jugada, en otras un gol y, a menudo, un rato de fútbol tan profundo que la hinchada ya preguntaba por el próximo partido de la pulga. Todavía se recuerda su debut, el año pasado, en el derby y, desde mayo, sus dos remates deliciosos ante el Albacete, uno anulado por el árbitro y otro muy celebrado porque supuso el 2-0 después de una pique que se convirtió en una certera vaselina.

También se cacareó mucho su participación en la Copa del Mundo sub 20, torneo en el que fue distinguido como el mejor y máximo goleador, de la misma manera que se lloró su expulsión el día de su estreno con la selección argentina absoluta en Hungría. Argentina no tuvo dudas de que se encontraba ante el sucesor de Maradona y el 10, muy puesto, asintió.

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Había, sin embargo, quien pedía un partido con todas las de la ley para medirle como una figura y no como el juvenil de toda la vida al que siempre le falta un palmo para alcanzar el Camp Nou. Hasta que llegó el Trofeo Gamper y se enfrentó a la Juve. La suya fue una actuación memorable por completa, variada y exquisita. A falta de Xavi, tomó la pelota desde las bandas, preferentemente desde la derecha, y se arrancó con tal repertorio que monopolizó el partido.

Muy buen conductor de balón y difícil de tirar para el rival, recortó por dentro y fuera, en el área y en los flancos; a la salida de cada regate cambió de ritmo y participó en los dos goles, sobre todo en el primero, en el que cruzó el cuero para Iniesta mano a mano con Abbiati. Un caño y un pase con el hombro remataron su exhibición, saludada con una ovación sobrecogedora cuando Rijkaard tuvo a bien premiarle con la sustitución.

Valiente, pícaro y competitivo, Messi ataca siempre con la pelota, acelera ante el rival y sus gestos son eléctricos. Al talento natural añade una personalidad que le ha hecho merecer la entrega de la afición y el cuidado del clan brasileño. A sus 18 años, la pulga provoca la excitación general cuando coge el balón. ¿A quién se parece? A él le encanta Pablito Aimar.

Messi dejó el miércoles una noche para recordar mientras se dispute el Trofeo Gamper.

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