VISTO / OÍDO

Balzaquiana

En Brasil llaman balzaquiana a una mujer de treinta años. Que yo sepa no la emplean los países españoles. El origen es del francés culto: balzacienne, de Balzac; del libro de Balzac La femme de treinte ans. La marquesa tenía treinta años; pero amaba y era amada. Esto pasaba en 1813: digamos que hace doscientos años se empezaba a descubrir que la mujer no estaba acabada; y en Brasil, ahora mismo, se la describe en esa edad como prodigiosa. Me dicen que en España la mayoría de partos corresponden a mujeres de treinta años o más. Hay un pequeño escándalo con esta estadística: va en ...

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En Brasil llaman balzaquiana a una mujer de treinta años. Que yo sepa no la emplean los países españoles. El origen es del francés culto: balzacienne, de Balzac; del libro de Balzac La femme de treinte ans. La marquesa tenía treinta años; pero amaba y era amada. Esto pasaba en 1813: digamos que hace doscientos años se empezaba a descubrir que la mujer no estaba acabada; y en Brasil, ahora mismo, se la describe en esa edad como prodigiosa. Me dicen que en España la mayoría de partos corresponden a mujeres de treinta años o más. Hay un pequeño escándalo con esta estadística: va en contra de la supuesta falta demográfica de nuestro país, en la que yo no creo. Un país con tanta escasez de necesidades humanas -trabajo, salarios altos, viviendas y otras formas de pobreza oculta- necesita más bien habilitar a los mayores que producir costosamente nuevas vidas. Las parisinas tenían una media de vida muy baja a principios del XIX: además de que en general la vida media era muy corta por la alta mortalidad infantil, en las mujeres era más corta por las enfermedades del embarazo y el parto.

Hoy, en España -que va a la cabeza de países con más longevidad- una mujer tiene esperanzas de vivir 82 años (cito de memoria) y puede comenzar su vida sexual a partir de los 14, a pesar de las leyes contrarias. Se comprende que las épocas de su vida tengan otro ritmo, otra pausa. Trabaja más y trabaja después de casada; lo que era una reivindicación de derechos femeninos se ha convertido en obligación porque el hombre no puede cubrir con su sueldo las necesidades de los dos, y mucho menos las de los hijos. Sólo en casos uno de los dos puede vivir con su salario; y en rarísimos, cada uno puede elegir el trabajo que desea, pese a sus estudios.

Vivimos todos con la amenaza de la inflación real y estamos aún conmocionados por el salto de la peseta al euro, que ha sido un golpe del capitalismo europeo demasiado duro, aunque bien disfrazado de falsas ventajas y comodidades. Vive sometida al miedo del despido, que las empresas reclaman más barato aún, del acoso sexual, de no poder pagar la hipoteca, o la guardería. Como al mismo tiempo el amor libre ha ganado mucho, incluso en ciudades pequeñas y en círculos religiosos, está en la lógica la huida del parto. Hay misteriosos comportamientos de la población que no rigen los gobiernos.

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