Columna

'Bienvenido Mr. Marshall'

Lo que oye usted, todavía estamos saliendo de ese mal sueño que fue la carrera automovilística de Bilbao, y las películas programadas en la ETB para los días de fiesta de este verano son Herbie, el escarabajo fantástico, o La carrera del siglo, que pudimos ver el domingo en nuestras pantallas. Sólo faltaría que programasen la serie de dibujos animados Los autos locos, porque habrían tocado el corazón de más de uno y, al menos, muchos se habrían reído de su propia sombra, pero tampoco habría estado mal del todo alguna película con escena de amor en el coche, ¿qué tal en ...

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Lo que oye usted, todavía estamos saliendo de ese mal sueño que fue la carrera automovilística de Bilbao, y las películas programadas en la ETB para los días de fiesta de este verano son Herbie, el escarabajo fantástico, o La carrera del siglo, que pudimos ver el domingo en nuestras pantallas. Sólo faltaría que programasen la serie de dibujos animados Los autos locos, porque habrían tocado el corazón de más de uno y, al menos, muchos se habrían reído de su propia sombra, pero tampoco habría estado mal del todo alguna película con escena de amor en el coche, ¿qué tal en Herbie?

El efecto doppler de nuestros delirios de World Series sólo ha conseguido por el momento que los vecinos de Bilbao asuman que la molestia, el ruido y el encabronamiento les van a llenar de riquezas y bienestar, pero lo mejor es que las autoridades no hayan adoptado el comportamiento hipócrita del que hacen gala, por ejemplo, los empresarios catalanes cuando organizan eventos filantrópicos y humanísticos como el Foro de Barcelona: por lo menos, aquí parece que el mensaje que se lanza descaradamente es que a la mayoría de nosotros las World Series nos importan un comino, y que sólo pensamos en la pasta, sin más. Nada de decir que lo hacemos por el resto de la humanidad, ni por solidarizarnos con causas nobles como las energías alternativas, sino por "aparecer en el mapa", cuando no hay expresión más reveladora del fondo de la inquietud cultural de los bilbaínos. Lo que no se entiende es que, durante la carrera, no se viesen en absoluto panorámicas de Bilbao. Pero todavía, ¡ah, la gran incógnita!, faltan los datos sobre los beneficios que ha producido el evento cultural de las carreras y por eso, en el globo de la información, nadie parece tener del todo la razón, y en las mentes de todos flota una gran nebulosa sin respuestas que responde a las afirmaciones de los organizadores: esto no es una cosa para ahora, esto es una inversión para el futuro.

Por supuesto, no se pide consentimiento, simplemente se hace, porque es una inversión, y la inversión es cultura. Podríamos haber hecho carrera en otra cosa, pero es que esto del marketing -palabra en desuso- nos va a matar. Carreras, las de las medias, que parecían querer decir los manifestantes contra el circuito cuando se pronunciaron delante del Ayuntamiento de Bilbao, sin que nadie les diera demasiada importancia, ni les prestase demasiada atención. Sólo faltaba que hubiera salido el alcalde al balcón del Ayuntamiento, y hubiese dicho aquello de: "¡Vecinos de Villar del Río! Como alcalde vuestro que soy...".

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