NATACIÓN | Mundiales de Montreal

La final de 100 metros libres, aguas turbulentas para el nadador estadounidense

Después de subirse al podio más anunciado del campeonato, con el oro de los 200 libres, Michael Phelps se metió en aguas menos seguras. Se fue a dormir a Montreal y ayer por la mañana reapareció en la isla de Santa Helena para medirse en la primera criba de los 200 estilos, prueba en la que ostenta el récord del mundo, y, a la media hora, en la primera serie de los 100, una distancia en la que se encontrará con competidores temibles. Una distancia legendaria, demasiado importante en la mitología americana. Una prueba en la que ayer Phelps nadó con tensión, preocupado por la amenaza de otro fra...

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Después de subirse al podio más anunciado del campeonato, con el oro de los 200 libres, Michael Phelps se metió en aguas menos seguras. Se fue a dormir a Montreal y ayer por la mañana reapareció en la isla de Santa Helena para medirse en la primera criba de los 200 estilos, prueba en la que ostenta el récord del mundo, y, a la media hora, en la primera serie de los 100, una distancia en la que se encontrará con competidores temibles. Una distancia legendaria, demasiado importante en la mitología americana. Una prueba en la que ayer Phelps nadó con tensión, preocupado por la amenaza de otro fracaso como el del primer día en 400. Al cabo de la tarde, tras una serie y una semifinal, supo que sus temores toman forma: fue el quinto en la general con 48.94s., por detrás de los especialistas: Roland Schoeman (48.45), Ryk Neethling (48.54), Filippo Magnini (48.73) y Druje Draganja (48.88). Por detrás de Phelps quedaron su compatriota Jason Lezak (49.03), el canadiense Brent Hayden (49.05) y Amaury Leveaux (49.19). Son los ocho de la final.

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Ahora Phelps sabe que hoy deberá nadar contra corriente. En una calle marginal, sin la referencia de los surafricanos y sometido a turbulencias ajenas. Ayer, en su serie, hizo un gran esfuerzo por no tocar la primera pared el último. No lo consiguió. En los primeros 50 metros fue el más lento de los 16 nadadores de semifinales. Debió recuperar al volver para clasificarse pero tampoco pudo alcanzar a Magnini. Tocó la pared y se giró inmediatamente. Se quitó las gafas con un gesto rápido y miró el marcador con ansiedad. Temía no haber pasado a la final. Debió pasarlo mal porque al salir del agua omitió hacer declaraciones. Por la mañana, tras la primera serie, había dicho: "Me encuentro perfecto. He cogido el ritmo. Ahora, para optar a medallas sólo debo salir más rápido".

A Phelps le preocupa el tiempo de reacción de Schoeman y Neethling. Los dos surafricanos, que se entrenan en las piscinas de la Universidad de Arizona, son los tipos de reflejos más rápidos en Montreal. Ayer, en la semifinales, Schoeman salió del poyete en 0.64s. Fue el más eléctrico junto con su compatriota, Neethling, que despegó en 0.69.

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