Cartas al director

El maldecido Haro Ibars

La trayectoria política, literaria, periodística y moral de Eduardo Haro Tecglen se defiende por sí misma en todo lo que escribe. No hace falta usarla como arma arrojadiza contra su hijo para unirse al coro de quienes le denigran en el libro Eduardo Haro Ibars: Los pasos del caído, escrito por José Benito Fernández. Muchos de los que ahí mienten lo hacen, supongo, para dejar incontaminada su propia imagen de cuanto con Eduardo compartieron durante años de amistad falsa o verdadera; diferencia que uno de los sujetos no puede aclarar: los muertos son tan callados. Los vivos hablan y habla...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La trayectoria política, literaria, periodística y moral de Eduardo Haro Tecglen se defiende por sí misma en todo lo que escribe. No hace falta usarla como arma arrojadiza contra su hijo para unirse al coro de quienes le denigran en el libro Eduardo Haro Ibars: Los pasos del caído, escrito por José Benito Fernández. Muchos de los que ahí mienten lo hacen, supongo, para dejar incontaminada su propia imagen de cuanto con Eduardo compartieron durante años de amistad falsa o verdadera; diferencia que uno de los sujetos no puede aclarar: los muertos son tan callados. Los vivos hablan y hablan de borracheras, de picos y desmanes (que los hubo), como si, del nacimiento a la muerte, sólo en eso consistiera la existencia del maldecido. De su obra literaria pocos dicen nada. Y algunos lo hacen para descalificarla, minimizarla; dejarla reducida a incoherente mezcla de desatinos, como hace Jordi Gracia en su crítica del libro, publicada en las páginas literarias de Babelia, suplemento cultural de EL PAÍS. El silencio de Haro Tecglen es absolutamente respetable; mi palabra sólo pretende recomponer la maltrecha imagen del hijo.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En