Reportaje:COYUNTURA INTERNACIONAL

Un ajuste que sigue esperando

China se niega a revalorizar su moneda a pesar de las presiones mundiales

El tipo de cambio fijo de la moneda china se ha convertido en uno de los mayores dolores de cabeza de EE UU y los países del G-7. Las naciones más industrializadas acusan a Pekín de favorecer artificialmente sus exportaciones, mientras que el Gobierno chino defiende la actual cotización del yuan como su principal herramienta para ganar competitividad en los mercados externos.

En estas últimas semanas se ha vivido un nuevo capítulo de la disputa entre los países más industrializados y China por el tipo fijo de cambio de la moneda del país asiático. Liderados por Estados Unidos, Washingto...

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El tipo de cambio fijo de la moneda china se ha convertido en uno de los mayores dolores de cabeza de EE UU y los países del G-7. Las naciones más industrializadas acusan a Pekín de favorecer artificialmente sus exportaciones, mientras que el Gobierno chino defiende la actual cotización del yuan como su principal herramienta para ganar competitividad en los mercados externos.

La moneda del país asiático se mantiene a un tipo fijo de 8,28 yuanes por dólar estadounidense desde hace diez años
Estados Unidos pide que el yuan se revalúe por lo menos en un 10%, una cifra que los analistas consideran exagerada

En estas últimas semanas se ha vivido un nuevo capítulo de la disputa entre los países más industrializados y China por el tipo fijo de cambio de la moneda del país asiático. Liderados por Estados Unidos, Washington ha reactivado la posibilidad de imponer un impuesto adicional de un 27,5% a las importaciones chinas, si es que antes de que finalice el año Pekín no flexibiliza el yuan. La moneda del país asiático se mantiene a un tipo fijo de 8,28 yuanes por dólar desde hace 10 años.

Estados Unidos y el G-7 acusan a Pekín de mantener su moneda "subvalorada" para favorecer artificialmente sus exportaciones generando relaciones comerciales desiguales con el resto del mundo. Para EE UU, el problema es doble: por un lado, la invasión de productos chinos sigue aumentando peligrosamente su déficit comercial y fiscal, y por otro, los esfuerzos de la Reserva Federal por depreciar el dólar y reducir estos desequilibrios se hacen insuficientes con un yuan inamovible.

Yuan infravalorado

En los últimos seis años, las exportaciones chinas hacia EE UU han crecido desde 195.000 millones de dólares hasta unos 750.000 millones este año, cifras preocupantes que han llevado al secretario de Tesoro, John Show, a calificar a la paridad de la moneda china como una amenaza para la economía global. También el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, dice que el yuan está infravalorado.

Un yuan en paridad también tiene repercusiones en la UE y el resto de los países asiáticos. Los analistas ya han advertido que si China tuviera un régimen más flexible, el euro y la moneda japonesa, el yen, no se verían tan afectados por la forzosa depreciación del dólar, que le ha restado competitividad a sus respectivas industrias locales.

Por el lado de China existen más ventajas que problemas. Una moneda débil, como ahora lo es el yuan, es el principal dinamizador de una industria local en pleno crecimiento y un factor de competitividad internacional clave para entrar en cualquier mercado. Las exportaciones son el motor principal del crecimiento chino, que en los últimos dos años lleva una velocidad del 9% anual. Al mismo tiempo, una moneda infravalorada también genera inflación, entrada de capitales especulativos y mayor superávit corriente.

Mercado laboral

Estados Unidos pide que el yuan se revalúe en al menos un 10%, una cifra que los analistas consideran exagerada, ya que la evidencia dice que la inflación en China no se ha disparado y el crecimiento ha ido acompañado de una sólida demanda interna. En Pekín saben que los riesgos de tomar una medida de este tipo son muchos. Por un lado, un yuan libre le permitiría a China abaratar las importaciones de materia prima, generaría menores presiones inflacionarias, las tasas de interés serían más estables y el Gobierno podría utilizar los recursos que hoy utiliza para mantener fijo el cambio para generar infraestructuras y servicios.

No obstante, el mercado laboral chino sería el principal perjudicado, ya que una menor demanda de productos se traduce en una menor producción de las empresas exportadoras y menos mano de obra. Según el Departamento de Comercio de la Oficina Nacional de Estadísticas de China, se podría desacelerar el aumento anual de las exportaciones a menos del 10% -si el yuan se revalúa en torno al 5%- en comparación con el 35,4% alcanzado en 2004.

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