Crítica:FERIA DEL LIBRO DE MADRID | INFANTIL Y JUVENIL

Experimentar es cosa de niños

Quién soy, qué hago aquí, qué es la muerte, qué la tristeza ¿son preguntas que deben plantear los libros para niños? ¿Pueden los niños captar la ironía de las versiones "políticamente incorrectas" de los viejos cuentos? ¿Son capaces de "leer" imágenes poco convencionales? Estas preguntas, recurrentes entre los estudiosos de la literatura infantil, no tienen solución. Hay quienes opinan que sí, que este tipo de libros "tiran" del lector hacia arriba, estimulan su imaginación y su capacidad de pensar, le ofrecen respuestas, le hacen crecer, en definitiva. Y hay quienes opinan que no, que la comp...

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Quién soy, qué hago aquí, qué es la muerte, qué la tristeza ¿son preguntas que deben plantear los libros para niños? ¿Pueden los niños captar la ironía de las versiones "políticamente incorrectas" de los viejos cuentos? ¿Son capaces de "leer" imágenes poco convencionales? Estas preguntas, recurrentes entre los estudiosos de la literatura infantil, no tienen solución. Hay quienes opinan que sí, que este tipo de libros "tiran" del lector hacia arriba, estimulan su imaginación y su capacidad de pensar, le ofrecen respuestas, le hacen crecer, en definitiva. Y hay quienes opinan que no, que la complicación no es cosa de niños, y que cuanto más sencillos sean los libros infantiles, mejor. Pero siempre hay autores y editores que se arriesgan a experimentar, y cuando varios de ellos coinciden, llegan a imponer una tendencia. Es lo que ha ocurrido esta última temporada, en la que, entre estupendos libros de tipo convencional, han destacado sobre todo algunos títulos que apuestan por lo novedoso y diferente. Por ejemplo, El abecedario fantástico de Patam, el elefante, de la autora e ilustradora valenciana Montse Gisbert, que se aleja de los abecedarios al uso tanto desde el punto de vista estético como de contenido, y que es, en realidad, un repertorio humorístico en el que se recogen las divertidas andanzas de un elefante... alfabéticamente ordenadas. Y entre los que plantean cuestiones "mayores": El libro triste, en el que el escritor Michael Rosen narra su tristeza ante la muerte de su hijo, en un álbum ilustrado por Quentin Blake, que conmueve por la intensidad y la veracidad del relato; El árbol rojo, en el que se muestra, a base de impactantes ilustraciones y con apenas texto, el vacío, la soledad y la tristeza de una niña que tiene "un mal día", y La gran pregunta, un álbum del autor-ilustrador Wolf Erlbruch, premiado con el BolognaRagazzi de ficción de 2004, en el que diversos personajes -los hermanos, los padres, la abuela, el perro, el gato, el jardinero, la piedra- contestan a un niño que pregunta por qué está en el mundo.

Finalmente, El apestoso hombre queso y otros cuentos maravillosamente estúpidos es un libro singular, en el que no sólo se ofrecen nuevas y demoledoras versiones de algunos de los más conocidos cuentos de siempre -El patito feo, Caperucita Roja, La princesa y el guisante, entre otros-, sino que se propone un ingenioso juego sobre el objeto-libro, que ayudará al lector a descubrir el papel del principio y el fin, del índice y las dedicatorias, de las páginas de cortesía, del orden de la narración, del ISBN, y demás convenciones que hacen que un libro sea un libro. Un título espléndido, que llega a España con un cierto retraso (fue editado en 1992 en Estados Unidos), gracias a Thule.

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