Reportaje:Apuntes

La destrucción de los libros

Una exposición reúne las obras maltratadas por estudiantes en la biblioteca Gregori Mayans

Algunas personas se dedican a destruir libros en la Biblioteca de Sociales Gregori Mayans, Universitat de València. La práctica de maltratar obras escritas no es exclusiva de los estudiantes de este campus. Lo que resulta más original es que el centro, aprovechando la celebración del Año del libro y la Lectura, se haya decidido a exponer una selección.

Algunos volúmenes han sido rayados a conciencia; les faltan las tapas, algunas hojas o un par de capítulos. De otros, sólo han dejado las cubiertas.

Los libros, o lo que queda de ellos, reposan, envueltos en una urna de plástico, s...

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Algunas personas se dedican a destruir libros en la Biblioteca de Sociales Gregori Mayans, Universitat de València. La práctica de maltratar obras escritas no es exclusiva de los estudiantes de este campus. Lo que resulta más original es que el centro, aprovechando la celebración del Año del libro y la Lectura, se haya decidido a exponer una selección.

Algunos volúmenes han sido rayados a conciencia; les faltan las tapas, algunas hojas o un par de capítulos. De otros, sólo han dejado las cubiertas.

Los libros, o lo que queda de ellos, reposan, envueltos en una urna de plástico, sobre varias mesas cubiertas por una tela roja. Lo que le da al montaje una solemnidad a medio camino entre un invernadero y un rito funerario.

Los organizadores de la exposición, cuya dirección corre a cargo de Celi Aragón, explican que entre los motivos de la destrucción está el hurto. Hay alumnos que para llevarse un volumen le arrancan las tapas dejándolas abandonadas en las estanterías. Los más sofisticados diseccionan la obra en tres, cuatro y hasta cinco porciones con la intención, seguramente, de huir con ellos con mayor discreción. O los destripan meticulosamente en busca del dispositivo que hace saltar la alarma instalada en la puerta.

Los más desesperados, por su parte, optan por lanzarlos desde una ventana del edificio para recuperarlos después, sin pararse a pensar en que la biblioteca de Sociales está rodeada de un profundo foso, del que los encargados de la limpieza los rescatan más tarde "blandos y amarillentos, inservibles por la acción de la lluvia y el sol".

El daño causado es a veces fruto del descuido, o de la aplicada tarea del subrayado. Y, a la vista de los 50 ejemplos expuestos, puede tener detrás algo parecido a una fijación política: Una abrumadora mayoría de los volúmenes están escritos en valenciano o llevan en su portada el adjetivo catalán. De L'Autonomia del País Valencià i la seua aplicaió pràctica, hay al menos cuatro copias.

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En una edición del Atles escolar del País Valencià, alguien ha escrito: "No existe. Ver Estatuto de Autonomía". Y otro le ha replicado: "En el preámbulo, gilipollas".

Puede verse a través del plástico algún manual de Derecho Constitucional, de Macroeconomía y de Derecho Procesal. Pero las auténticas estrellas en la fiesta de la destrucción tienen relación con el nacionalismo catalán. Por ejemplo, Lleida i el fet nacional català (1878-1911); Els origens del catalanisme conservador i la veu de Montserrat. El sepulcro literario acoge también varios ejemplares de la revista El temps.

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