FÚTBOL | El Barça conquista su 17º título de Liga

Campeón predestinado

Esta Liga comenzó a ganarla el Barça mucho antes de iniciarse el campeonato. Es un caso de título predestinado. Lo sabían los jugadores cuando terminó la última temporada. Al equipo se le quedó corta. Su espectacular cabalgada en la segunda vuelta no le sirvió para conquistar el campeonato, pero sí para convencerse de que era el mejor equipo de España y que ningún rival se interpondría en su camino este año. Estaba escrito todo lo que ha ocurrido. Hace un año y medio, el Barça arrancó a jugar en medio de la soledad. A una distancia sideral del Madrid, en medio de críticas sangrantes de la pren...

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Esta Liga comenzó a ganarla el Barça mucho antes de iniciarse el campeonato. Es un caso de título predestinado. Lo sabían los jugadores cuando terminó la última temporada. Al equipo se le quedó corta. Su espectacular cabalgada en la segunda vuelta no le sirvió para conquistar el campeonato, pero sí para convencerse de que era el mejor equipo de España y que ningún rival se interpondría en su camino este año. Estaba escrito todo lo que ha ocurrido. Hace un año y medio, el Barça arrancó a jugar en medio de la soledad. A una distancia sideral del Madrid, en medio de críticas sangrantes de la prensa, condenado al desafecto de la hinchada, desconsiderado por la directiva, el Barça parecía destinado a una catástrofe. A sus jugadores se les calificó de perdedores compulsivos y en el club fueron mayoría los que se desmarcaron del equipo. Algunos dirigentes manifestaron públicamente que aquel Barça no respondía al proyecto de Joan Laporta, el nuevo presidente, elegido a finales de julio de 2003. La excusa estaba fraguada: no hubo tiempo para concretar el plan. ¿Cuál era el proyecto que se pretendía? El del Valencia. Fichar a Ayala, Albelda y Aimar. Es lo que se dijo cuando las cosas funcionaban rematadamente mal y apenas nadie creía ni en Rijkaard, ni en los jugadores. Sólo había una excepción: Ronaldinho. Todos los demás estaban bajo sospecha o simplemente no servían. Al entrenador se le terminó por acusar de holandés. Sectores mayoritarios de la prensa y de la afición proclamaron su rechazo a la larga influencia holandesa, a lo que consideraban el efecto pernicioso de un estilo superado en el fútbol. Había que fichar entrenadores prácticos, con una cuenta ganadora de resultados, alguien en las antípodas culturales de Rijkaard y lo que significaba: la herencia holandesa. El nombre era Scolari. Lo propuso Sandro Rosell, vicepresidente del club, y la idea contó con el beneplácito casi general.

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Todo aquello ocurrió hace un año y medio. No llegó Scolari y siguió Rijkaard. Laporta se atribuye el mérito de mantenerle. Nadie sabe lo que habría ocurrido si el Barça hubiera perdido partidos a chorros, como hasta entonces. Pero el equipo comenzó a ganar. Primero con algunas dudas, luego con cierta autoridad, finalmente sin nadie que se le resistiera. En ese momento el Barça comenzó a ganar la Liga de la temporada siguiente, cuando acabó con todos sus complejos, cuando salió del marasmo que se había apoderado de los jugadores en los años anteriores, cuando percibió que el Madrid declinaba y que el futuro le pertenecía, cuando deseó comenzar cuanto antes la siguiente temporada. Empezó aquella Liga pidiendo perdón y la terminó al galope. El mérito correspondió a los jugadores y al entrenador. Caminaron solos cuando confiaba en ellos y respondieron a la adversidad con una entereza excepcional.

Es cierto que ya no están varios de los futbolistas que integraron aquel equipo. Pero el cambio se había producido. El Barça se sacudió los complejos y afrontó la nueva temporada con hambre, buenos jugadores y un técnico que ha desmentido a los agoreros de lo holandés. Bien mirado, todos los títulos del Barça en los últimos 30 años, salvo el campeonato que ganó con el inglés Terry Venables al frente, han sido obtenidos con entrenadores holandeses: Michels, Cruyff, Van Gaal y ahora Rijkaard. Ni Luis Aragonés, ni Bobby Robson, ni Rexach, ni Serra Ferrer lo consiguieron. Por lo tanto, no es poco lo que el Barça debe a la escuela holandesa, porque este equipo ha recordado una manera de entender el juego que esencialmente está relacionado con el viejo Ajax y lo que significó en el fútbol. No ha habido equipo en Europa que haya administrado mejor la pelota. El Barça ha jugado un buen fútbol durante todo el año, y en algunos momentos ha alcanzado una nota magnífica. Incluso en sus dos derrotas más sonoras, frente al Chelsea y el Real Madrid, dejó sentado cuál era el equipo grande y cuáles los pequeños.

Si el título comenzó a ganarse en la temporada anterior, ha sido crucial la llegada de jóvenes y excelentes futbolistas para evitar la dependencia con Ronaldinho. Con Eto'o la satisfacción ha sido doble. Consagrado como uno de los mejores delanteros del mundo, Eto'o representa además una sustracción al Real Madrid. Casi lo mismo que Ronaldinho. Entre el fútbol y el comercio, el Madrid eligió a Beckham. El Barça fichó a Ronaldino. Por lo que se refiere al rendimiento futbolístico, no hay duda: el Barça acertó. Tampoco falló con Deco, que ha funcionado mucho mejor de lo que se esperaba, y se esperaba bastante de él. Con Xavi ha formado una pareja perfecta en el medio campo: dos jugadores versátiles, competitivos, inteligentes, perfectos en un papel que de alguna manera ha funcionado de contrapeso a la exuberancia de Ronaldinho y Eto'o. Los cuatro han sido capitales en el éxito de un equipo al que nadie discute su supremacía en el campeonato y al que será difícil apear en los próximos años. El Barça es joven, tiene apetito y se enfrentará a rivales que tendrán que acertar en su renovación. Porque a día de hoy, el Madrid, el Valencia y el Deportivo -los tres equipos que han ganado el título en este arranque del siglo- saben que con lo que tienen no pueden competir con el campeón.

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