BOTÁNICA Y MÚSICA : Algunas lecciones a partir de las bellotas

Por qué tenemos que leer el Quijote en clase de botánica?", fue la primera y más complicada explicación que afrontó la profesora Belén Roldán cuando planteó a sus alumnos el curioso trabajo que ahora se relata. No podían entenderlo. Lo que nos faltaba, pensaban. Pero el año Quijote estaba llamando a la puerta y la profesora no quiso dejar pasar la oportunidad. Repartió a sus alumnos de 3º de ESO en el instituto Alonso Ercilla, de Ocaña (Toledo), capítulos del libro. Cada quien debía leer una parte y buscar qué plantas aparecían en el texto. ¿De qué vegetal se hacían las alforjas? ¿Cómo ...

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Por qué tenemos que leer el Quijote en clase de botánica?", fue la primera y más complicada explicación que afrontó la profesora Belén Roldán cuando planteó a sus alumnos el curioso trabajo que ahora se relata. No podían entenderlo. Lo que nos faltaba, pensaban. Pero el año Quijote estaba llamando a la puerta y la profesora no quiso dejar pasar la oportunidad. Repartió a sus alumnos de 3º de ESO en el instituto Alonso Ercilla, de Ocaña (Toledo), capítulos del libro. Cada quien debía leer una parte y buscar qué plantas aparecían en el texto. ¿De qué vegetal se hacían las alforjas? ¿Cómo son las encinas de las que se cortó una vara para apalear al hidalgo? ¿Y las bellotas, las hayas, el trigo? Investigaron sobre ellas, salieron al campo, prensaron las hojas, buscaron su nombre científico y su utilidad en tiempos de Cervantes... Y descubrieron que el viento manchego mece todavía muchas de aquellas variedades que describió Cervantes, que el trigo sigue dando pan y los cocimientos de antaño aplacando dolores de hoy.

El trabajo no ha concluido, pero parte de él acabó enmarcado en cuadritos con un fondo de papel reciclado en el que aparecía la hoja prensada, el párrafo concreto del libro y los datos técnicos de la especie.

Para entonces, ya los chicos habían entendido que el trabajo no consistía sólo en leer las aventuras y desventuras del más famoso manchego. "Fue muy enriquecedor", dice Belén Roldán, recordando esta primera parte que comenzó el curso pasado. Era una tarea obligatoria y no todos se enfrentaron a ella con el mismo entusiasmo. Pero ahí quedó eso, parece decir la profesora. "Llegamos casi al capítulo 32. Yo confío en que muchos de los que iniciaron la lectura la hayan terminado", espera Roldán.

Un trabajo parecido puso en marcha el profesor Juan José Pastor en el instituto Fray Andrés de Puertollano (Ciudad Real). Pero en esta ocasión no se trataba de plantas, sino de música. Él buscó las menciones musicales del libro, las canciones, y pasó a sus alumnos esos capítulos, que leyeron y discutieron desde una perspectiva histórica y sonora. "Las piezas más fáciles las tocábamos en clase", dice Pastor.

Después trasladó el trabajo al taller de música de la Escuela de Magisterio de Ciudad Real, donde se ha desarrollado en profundidad y explicado a los futuros maestros cómo enseñar estos conocimientos en clase. Habrá disco.