Columna

Papable

Estos días se habla muchísimo de papables. Hay quinielas para todos los gustos. En algunas se incluye discretamente el nombre del cardenal de Madrid. No se sabe aún lo que opina al respecto el Espíritu Santo, que corta el bacalao en la elección del santo padre. La cosa está intrigante en la parrilla de salida. Pero Madrid necesita y merece un Papa. La Tercera Persona no puede permanecer insensible ante el clamor de un pueblo donde "se peca masivamente", sí, pero que está dispuesto a comulgar con ruedas de molino con tal de conseguir la capitalidad olímpica. La ascensión de monseñor Rouco a la ...

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Estos días se habla muchísimo de papables. Hay quinielas para todos los gustos. En algunas se incluye discretamente el nombre del cardenal de Madrid. No se sabe aún lo que opina al respecto el Espíritu Santo, que corta el bacalao en la elección del santo padre. La cosa está intrigante en la parrilla de salida. Pero Madrid necesita y merece un Papa. La Tercera Persona no puede permanecer insensible ante el clamor de un pueblo donde "se peca masivamente", sí, pero que está dispuesto a comulgar con ruedas de molino con tal de conseguir la capitalidad olímpica. La ascensión de monseñor Rouco a la sede de san Pedro sería un aldabonazo contundente a nuestra candidatura. Y serviría para regalar al Vaticano las cristaleras de Kiko Argüello en la Almudena.

Monseñor Rouco posee el talante preciso para el papado. Eso sí, le conviene vivir muchos años, porque, según las profecías de san Malaquías, éste sería el penúltimo Papa. El postrero se llamará Pedro y coincidirá con el fin del mundo. Rouco Varela sería el cuarto Papa español. Dámaso I, en el siglo IV, acabó con el arrianismo e impuso el latín como lengua oficial de la Iglesia. En 1455 es elegido Calixto III, cardenal Alfonso de Borja, nacido en Xátiva; se caracterizó por su nepotismo. Su sobrino Rodrigo, también de Xátiva, accedió en 1492 al pontificado con el nombre de Alejandro VI; pasó a la historia por su vida licenciosa, padre de varias criaturas, entre ellas Lucrecia y César Borgia, ejemplos ambos a no tener en cuenta.

También tuvimos un antipapa, el aragonés Benedicto XIII, elegido en Aviñón en 1394, condenado por el Concilio de Constanza y parapetado orgullosamente hasta su muerte en su castillo de Peñíscola. Lo de Clemente, el del Palmar, es de sainete. A Rouco le correspondería poner en su sitio el nombre de España en la historia pontificia.

En El Escorial están los papamóviles que utilizó Juan Pablo II en Madrid. Es un signo. Además, en El Escorial se aparece la Virgen. Trasladaremos las apariciones al Valle de los Caídos y acabaremos así con polémicas. Rouco y Espíritu Santo, os necesitamos.

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