Una victoria saludable

Ha sido la suya la actitud más saludable de todos los ciclistas foráneos que disputaron la Vuelta, y su retribución, merecida, el maillot amarillo que más vale, el último. Danilo Di Luca (Liquigas) fue ambicioso en los dos sectores de los que se componía la etapa postrera, aunque no se llevara la victoria en ninguna de ellos. Eso correspondió a dos corredores de esfuerzo generoso: el alemán Jens Voigt, ganador en el santuario de Aranzazu tras una lección de fuerza realizada en solitario, y el madrileño Alberto Contador, que arriesgó más que nadie en la peligrosa cronometrada de la tarde...

Ha sido la suya la actitud más saludable de todos los ciclistas foráneos que disputaron la Vuelta, y su retribución, merecida, el maillot amarillo que más vale, el último. Danilo Di Luca (Liquigas) fue ambicioso en los dos sectores de los que se componía la etapa postrera, aunque no se llevara la victoria en ninguna de ellos. Eso correspondió a dos corredores de esfuerzo generoso: el alemán Jens Voigt, ganador en el santuario de Aranzazu tras una lección de fuerza realizada en solitario, y el madrileño Alberto Contador, que arriesgó más que nadie en la peligrosa cronometrada de la tarde y descubrió a la afición vasca su polivalencia.

El primer sector, con llegada en la cima de segunda categoría de Aranzazu, no reveló nada. La prudencia, originada en la persistente lluvia, guió al pelotón y sólo Di Luca se atrevió a presionar al líder, Aitor Osa. Todo quedaba a expensas de lo que ocurriera en la contrarreloj de 9,3 kilómetros en Oñati. Había temor a Bobby Julich y Michael Rogers, que parecían reservarse para esa cita. El primero lo hizo bien, pero perdió gas en los últimos instantes, tal vez por precaución. Nada que ver con Di Luca y Contador. El italiano arrancó al límite, y supo conservar las diferencias hasta el final. Sabía que Osa no iba a ser inconveniente. Pero, en cambio, le costó mucho más con otro viejo compañero de ruta, su compatriota Davide Rebellin, el corredor que amagó con obtener la nacionalidad argentina para poder optar al triunfo en el último Mundial. Al final, sólo tres segundos separaron a ambos en la general. Se nota que el Giro de Italia está cerca. Contador, por su parte, se deslizó a velocidad de vértigo en los dos últimos kilómetros, mientras la carretera rezumaba agua. Por detrás, el guipuzcoano Aitor Osa, el mejor ciclista vasco en una carrera decepcionante para los corredores locales, mantuvo la dignidad, aunque no el podio.

La actitud del ciclista italiano ha sido la más competitiva de cuantos corredores extranjeros han acudido a la ronda vasca

De cualquier manera, Di Luca ya había advertido por la mañana que no se conformaba con el triunfo en la primera etapa. A siete kilómetros de meta, rompió el grupo de los favoritos, y alcanzó hasta 18 segundos de ventaja en las rampas de Aranzazu. Fue el único que quiso poner en aprietos a Osa, pero Valverde trabajó para neutralizar la ventaja del italiano. Antes de eso, ya había cruzado la meta Voigt (CSC), escapado en el kilómetro cinco. Con un rodar poderoso, el alemán, distanciado en la general desde los primeros días, se plantó en solitario en la línea de llegada. Además, Di Luca se adjudicó también el maillot de la regularidad; el navarro David Latasa (Comunidad Valenciana) la montaña, el guipuzcoano Iban Mayoz (Relax-Fuenlabrada) el de las metas volantes, y Rabobank se llevó el premio por equipos. La próxima prueba a disputar en el País Vasco será el Gran Premio de Amorebieta, mañana domingo, aunque no es puntuable para el circuito UCI ProTour.