Reportaje:REPORTAJE

Qué hacer con el panteón del franquismo

Entre todos los dictadores del siglo XX, sólo Francisco Franco ha podido sobrevivir a una democracia. Al menos lo han hecho sus restos, su tumba, algo tan simbólico que durante años cientos de personas buscaron, sin éxito, el cadáver de Adolf Hitler, el ideólogo y ejecutor principal del horror nazi.

El cadáver del italiano Benito Mussolini fue humillado en público en Milán, y ahora descansa en una humilde cripta en Predappio, el pequeño pueblo donde nació, en Emilia Romaña. La tumba del portugués Oliveira Salazar es aún más austera, una simple lápida -eso sí siempre con flores frescas- ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Entre todos los dictadores del siglo XX, sólo Francisco Franco ha podido sobrevivir a una democracia. Al menos lo han hecho sus restos, su tumba, algo tan simbólico que durante años cientos de personas buscaron, sin éxito, el cadáver de Adolf Hitler, el ideólogo y ejecutor principal del horror nazi.

El cadáver del italiano Benito Mussolini fue humillado en público en Milán, y ahora descansa en una humilde cripta en Predappio, el pequeño pueblo donde nació, en Emilia Romaña. La tumba del portugués Oliveira Salazar es aún más austera, una simple lápida -eso sí siempre con flores frescas- en su aldea de Santa Comba de Dão, cerca de Coimbra. Pero Franco, casi 30 años después de su muerte, descansa en un colosal mausoleo, único en el mundo, diseñado teóricamente para albergar a caídos de los dos bandos, y en la práctica utilizado para consagrar los valores de la dictadura y ensalzar la victoria en la Guerra Civil.

Los partidos piden hacer un memorial de la represión. Algunas asociaciones quieren sacar la tumba de Franco. El Gobierno prefiere no adelantar su decisión
Ningún país europeo tiene algo similar. Los campos de concentración y lugares claves del nazismo se han convertido en museos del horror para los escolares

Franco es, de hecho, la única persona enterrada allí que murió de viejo. Su cuerpo está rodeado de 33.872 cadáveres -esos sí de caídos en la guerra- de los dos bandos. Los sacaron de fosas comunes por toda España. Las asociaciones que luchan por la recuperación de la memoria exigen que se acabe con este "sangrante y doloroso sinsentido, que hace que los represaliados descansen junto a su verdugo", se queja Dolores Cabra, de la Asociación Guerra y Exilio.

Este grupo, que como otros muchos ya se ha reunido con el Gobierno para explicar su postura, quiere que se saquen de allí los restos de Franco. "Que se los lleve su familia, como otros dictadores", insiste.

Ésa es la gran duda, mover o no los restos del dictador. Todos los partidos, incluido el PP, asumen que hay que hacer algo con el Valle de los Caídos. Que no puede seguir, como hasta ahora, siendo un monumento religioso-funerario, la mayor cripta de Europa, de 120 hectáreas, en la que nada, ni una simple placa, recuerda a los 20.000 presos republicanos que la construyeron. Muchos murieron en el intento. Pero no todos están de acuerdo en sacar de allí a Franco.

La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, de quien depende la decisión final, no quiere pronunciarse. Prefiere esperar hasta junio, cuando se presente en el Congreso un informe definitivo sobre esta y otras cuestiones de la memoria histórica.

Proyectos

El Gobierno ha recibido ideas de 35 asociaciones y cientos de particulares. No todos piden sacar de la cripta los restos de Franco y de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, que reposa a su vera. La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, por ejemplo, prefiere centrarse en los presos que la construyeron y los republicanos que hay enterrados. Emilio Silva, su presidente, propone, y así se lo dijo al Gobierno, que se diseñe una exposición permanente que recuerde cómo se hizo el monumento y explique las consecuencias de la represión franquista.

También exige que se haga público el nombre de los enterrados allí y, sobre todo, que se busque el mapa de las fosas comunes que, sin duda, el franquismo debió elaborar para saber dónde debía buscar los cuerpos destinados al Valle. En los últimos años, miles de personas, sobre todo nietos de desaparecidos, se afanan en buscar los restos de sus familiares, y esta información ayudaría mucho, dice Silva.

Prácticamente nadie, salvo el senador del PNV Iñaki Anasagasti, ha propuesto derribar el monumento. El Foro por la Memoria, vinculado al PCE y presidido por Antonio Pedreño, señala que eso "provocaría un nuevo olvido", por lo que propone transformar el Valle de los Caídos "en un gran Memorial Democrático que sirva para perpetuar en el tiempo el conocimiento de la brutal represión que supuso el franquismo y recordar a los que cometen crímenes contra la humanidad que, si bien pueden librarse en vida de la acción de la justicia, la historia les juzgará de forma permanente".

La basílica, situada a 50 kilómetros de Madrid, alberga en su interior los restos de 33. 872 españoles que murieron durante la Guerra Civil -caídos- y fueron allí enterrados entre los años 1959 y 1983, ya en plena democracia. José Antonio, fusilado en Alicante el 20 de noviembre de 1936, fue el primer sepultado, bajo la bóveda, de 41 metros de altura.

A su lado, a 2,26 metros de profundidad y bajo una lápida trapezoidal pétrea de tonelada y media de peso, reposan los restos de Franco. Encima de ellos, la montaña, y un poco más arriba, una descomunal cruz de 150 metros rodeada de cuatro estatuas desproporcionadas.

Fue el dictador quien en 1940 impulsó, y en buena parte diseñó también, este mausoleo, cuyo proyecto fue rubricado por Pedro Muguruza. Finalmente lo ejecutó el también arquitecto Diego Méndez, que amplió a 26 metros el túnel de 15 metros previsto por Muguruza. Las obras, que costaron más de mil millones de pesetas de la época, comenzaron en 1941 y concluyeron en 1958. Hoy cuenta con una comunidad de 25 frailes: rigen un colegio y una escolanía formada por 60 niños que cursan sus estudios en el recinto monacal.

El cometido inicial de los monjes -corroborado por una ley de 1982- era el de orar y velar por los restos de los sepultados en 11.074 columbarios, distribuidos en seis capillas laterales y dos frontales de la basílica. "Cada día rezamos por todos los difuntos aquí enterrados", dicen fray Santiago y fray José Ignacio, que muestran, con extrema delicadeza, la documentación bajo su custodia. Está depositada en 19 ficheros y consignada en tres grandes libros de asientos que se guardan en una boiserie de la biblioteca de la hospedería del monasterio.

Cada ficha muestra entradas para el nombre del sepultado, fecha de nacimiento, procedencia, causa de la muerte, primer enterramiento y fecha de sepultura en el Valle de los Caídos. Sin embargo, más de la mitad de los allí enterrados carece de identidad conocida, lo que permite suponer -no hay certezas- su procedencia republicana.

Las inhumaciones fueron inducidas desde numerosos ayuntamientos situados, sobre todo, en inmediaciones de escenarios de duras batallas, como Brunete, en Madrid; Gandesa, en el Ebro; Grado, en Asturias, o Teruel. Son muy numerosos los restos procedentes de la provincia de Tarragona y del buque Castillo de Olite. Un libro encuadernado en piel de ternera joven de Bohemia por Francisco Matallano Picas, de la Imprenta Municipal de Madrid, con todos los nombres conocidos de los inhumados, fue regalado al almirante Luis Carrero Blanco, mano derecha de Franco.

El número 1 de los enterrados no consta en la relación de los benedictinos -quizá debido a la prelación guardada por el funcionario relator hacia José Antonio Primo de Rivera o reservada, a tiempo vista, para Franco-; el enterramiento signado con el número 2 fue el del cadáver de José Hernández Molina: había nacido en la toledana Malpica, en 1904, y era mecánico; sus restos procedían del cementerio madrileño de la Almudena. En la causa de muerte figura la denominación: Inmolado. Ello permite suponer que pertenecía al bando de Franco, cuya jerga incluía este adjetivo. Las inhumaciones se prolongaron hasta 1983, ya con el PSOE en el Gobierno: el 6 de marzo fue sepultado Juan Álvarez de Sisternes, de Villafranca del Penedés.

El interior del templo ha registrado varios atentados con explosivos, el último en 1998. En 2004 tuvo 407.572 visitas. La mayoría son turistas extranjeros que realizan un recorrido por la sierra que incluye el cercano monasterio de El Escorial. Sin embargo, allí también acuden ultraderechistas a los que nadie controla ni puede impedir el paso. Gregorio Dionis, responsable en España del Equipo Nizkor, una organización internacional de Derechos Humanos, asegura que allí se producen incluso reuniones de veteranos de la Legión Cóndor, la fuerza aérea alemana que destruyó Gernika en 1937.

Legión Cóndor

Esos veteranos de la Legión Cóndor podrían reunirse en su país, pero nunca en un monumento parecido al Valle. De hecho, un debate como éste es impensable en otros países europeos que han sufrido dictaduras fascistas, como Alemania, Italia o Portugal. En el país de Hitler, la esvástica está prohibida por la Constitución. Los campos de concentración que no fueron destruidos se convirtieron en museos del horror adonde acuden los escolares alemanes. Educadores especializados explican a los chavales la historia negra de su país con la intención de que nunca se repita. En las inmensas construcciones que Albert Speer diseñó en Nuremberg para albergar los congresos del partido nazi reside ahora un moderno centro de interpretación de la represión. Es eso precisamente lo que piden las asociaciones, ya que ven el Valle como un campo de concentración más. También Auschwitz, el más conocido de ellos, en Polonia, es un museo del horror al que van los colegiales. Ni en Italia ni en Portugal quedan estatuas ni calles de los dictadores, según recuerda el profesor de la UNED Jesús de Andrés, especialista en este asunto.

El único lugar en el que hay un conflicto similar es Rusia. Los restos de Stalin siguen en la plaza Roja, aunque muy escondidos detrás del mausoleo de Lenin.

Todos los partidos están de acuerdo en que hay que hacer algo con el Valle de los Caídos. El socialista Ramón Jáuregui asegura que hay que resolver "esta cuestión hiriente", pero pide que se busque el consenso de todos para evitar polémicas como la generada por la retirada de la estatua de Franco en Madrid. Beatriz Rodríguez Salmones, responsable de Cultura del PP, señala: "Parece lógico darle una utilidad social a ese horror que tiene esa gran carga dramática. Pero hay que tratarlo con seriedad y consenso". Aun así, ella cree que es tan horroroso que en sí mismo "es una conmemoración negativa del franquismo". Gaspar Llamazares, de IU, ve difícil "redimir el significado franquista" del monumento. Él nunca ha estado allí, "ni por curiosidad". Jáuregui tampoco.

El Gobierno tiene la última palabra. Pero tal vez el tiempo hable antes. Los fuertes vientos hacen oscilar la cúspide de la cruz hasta 17 centímetros. Sus base de moles de granito presenta fisuras que inquietan a algunos geólogos.

Con información de Margarida Pinto y Cecilia Fleta.

Vista de la cruz del Valle de los Caídos desde la base.RAÚL CANCIO

Archivado En